En plena ebullición de la campaña electoral, este país se llena de referencias de España. Se encaran unas elecciones al Parlamento español para dar voz a una ciudadanía que espera ser representada. Pero no siempre el cartel de España juega a favor. Decía la admirada María Zambrano en su libro Persona y Democracia que la Historia de este país la habían protagonizados unos pocos, y padecido muchos. Pues bien, cada vez que se produce un proceso electoral, los que nos representan juegan al escenario de la democracia, arbitrando esos mecanismo de difusión de situar en primera persona los retos y objetivos del común de todos. Una vez celebrados esos comicios se producen las objeciones, se nublan los objetivos y se equivocan las decisiones. Cuesta entender esos cambios de posiciones tan diferentes del antes y el después de los comicios. Como si la palabra dada u otorgada consistiera un préstamo difícil de cumplir.

Nos enfrentamos a un proceso electoral en el que el denominado caso catalán está en el tablón de las decisiones y las penitencias, como un contexto con el que hay que rivalizar por cuanto muchos se empeñan en marcar al diferente bajo derechos diferentes. Es entendible las múltiples definiciones de país, pero no es entendible jugar a la democracia, bajo el mantra de derechos adquiridos per se. Y poco entendible ser conocedores de situaciones que quieren dibujar privilegios, bajo circunstancias adversas. Quizá no seamos esa nación unánime, pero tampoco es la entelequia de la Unión Europea, que con el ejemplo del brexit está sirviendo para desmontar la impericia de un mal gobernante que trivializó con un problema, y encomendó a un futuro incierto a todo un país. Que en el momento actual nadie entiende.

Por lo que sirviendo muchos argumentos para describir lo que está ocurriendo no puede este país permanecer más tiempo atónito a los juguetones deseos de unos nacionalistas, que aúpan a las elecciones a las Cortes Españolas un discurso de enfrentamiento y de rechazo a lo español. Algo así como hacer trampas sobre quién te está sirviendo. Y todo este movimiento se produce sobre la buena fe y la buena voluntad de miles de personas que consideran que la acción de la política les soluciona los problemas, y no se los genera. Por esto esperemos y deseemos que esta campaña electoral sirva de verdad para definir estrategias de país y no estrategias de partidos; y menos con las distintas contiendas electorales que han de venir. No se debiera ir acumulando más escenario teatral a la política, mientras esta sociedad trata de afrontar crisis de identidad, social y económica. Y en medio de todo ello los populismos generando resquemor y zozobra en muchas personas bien intencionadas.

No se pueden construir discursos desde la antipatía y el resentimiento, no deben argumentarse escenarios de prejuicios en sociedades que son diversas y polivalentes. Todas las ideas deben ser tenidas en cuenta, y todos los escenarios que quieran construir país, España, porque en esto deberíamos estar todos, o al menos, la inmensa mayoría, que reconoce lealtades a ideas y pensamientos solidarios con los diferentes, pero nunca de imposición por privilegios de antaños.

*Abogada.