Convocadas las elecciones generales del 20-N, propongo a los ciudadanos que, antes de depositar el voto, escuchemos con detalle a los candidatos de los diversos partidos y sus cohortes y leamos con interés los programas de gobierno que proponen. Ninguna tendencia política --derecha, izquierda, centro-- es, de entrada, una garantía de solvencia para dirigir adecuadamente a un país.

Así, podemos observar que tanto la señora Angela Merkel en Alemania como el señor Nicolas Sarkozy en Francia están perdiendo prestigio y votos. Y eso ocurre cuando ambos están considerados como los motores que tiran de la UE. Es comprensible el voto de castigo, pero yo no lo comparto. ¿Alguien puede creer aún, en el siglo XXI, en el estado en que se encuentra la situación política y económica mundial, que es posible confiar en un programa que promete la creación de puestos de trabajo sin subir impuestos, sin que se bajen los sueldos, e incluso las pensiones, manteniendo las prestaciones sociales y reduciendo el déficit?

Quizá hay fórmulas, pero estas consistirán en echar mano de las privatizaciones y efectuar drásticos recortes sociales, empeorando todavía más las condiciones laborales de los trabajadores y favoreciendo los deseos de la patronal. También se pueden subir los impuestos, directos e indirectos, de forma radical. Así que, como solía decir el otrora grande, polémico y conocidísimo periodista José María García, "ojo al dato". O sea, votemos con criterio y no solo por castigo. Nos puede salir aún más caro.

Manuel Cortés Reynés **

Correo electrónico