Hace unos años, en muchos medios de comunicación (y hasta en grandes carteles publicitarios instalados en las carreteras), se exponía la necesidad de cuidar física y psicológicamente a los cuidadores con familiares enfermos a su cargo. Personas que prestan su ayuda --con grandes sacrificios a veces--, a sus padres, hijos, hermanos, etcétera, dentro de un entorno familiar procurándoles todo el bienestar posible y mucho cariño.

El Gobierno se hizo cargo de estas situaciones y con la Ley de Dependencia, nos prometió unas ayudas económicas. En mi caso la he percibido de la Junta de Extremadura, a través de la subvención otorgada al Plan Concilia de la Cruz Roja.

Pero, apenas empezamos a disfrutar de este alivio económico la ayuda se suspendió porque, según nos informa la Consejería de Atención a la Dependencia en Mérida: "No hay presupuesto", y en todo lo que va de año no hemos recibido nada.

¿Qué hacer ahora con la ayuda a domicilio contratada? En vez de cuidar al cuidador, nos han metido en un laberinto económico y psicológico del que no sabemos cómo salir.

Pilar Rey Gómez **

Cáceres