TEtsta semana la Junta de Extremadura firmaba con empresarios y sindicatos el Plan de Fomento y Apoyo de Productos Agroalimentarios Ecológicos, dotado con una cantidad de casi 3,1 millones de euros, a gastar en los próximos cinco años. Sin duda, una excelente noticia para una región que ofrece un potencial enorme a nivel nacional, situándose entre los primeros puestos nacionales de superficie, productores y elaboradores, según datos oficiales de 2007.

Quienes tenemos la suerte de poder degustar aún productos genuinos, procedentes de los campos y huertos de nuestros pueblos, somos muy conscientes de las posibilidades y de la oportunidad que tenemos a la hora de abordar nuevos retos en esta materia, al disponer de espacios muy proclives a la implantación de este tipo de agricultura, sin hacer prácticamente nada, pues las condiciones naturales y el uso tradicional del suelo nos ha dejado un panorama interesante y potencialmente adecuado para poder producir bajo el paraguas de lo ecológico. También somos conscientes del daño que la implantación de las ayudas agroambientales hicieron entre algunos agricultores, que fueron mal asesorados y fracasaron al poco tiempo, lo que sin duda ha de servir para el futuro, como aprendizaje y lección de futuro.

Como ya dije en alguna ocasión la agricultura ecológica es, hoy el único camino viable para zonas de agricultura de montaña, con mucha diversidad en cultivos y producciones bajas. En mi opinión, además de impulsar ayudas al cultivo y comercialización de productos ecológicos, han de desarrollarse programas integrales de defensa y protección de las zonas de cultivo ecológicas, creando reservas fitogenéticas y bancos de semillas, que contribuyan a preservar el material genético. En este sentido, habría que ser más contundente a la hora de exigir y hacer cumplir la normativa de uso de plaguicidas y todo lo relacionado con la denominada lucha química contra plagas y enfermedades.