No me explico, desde argumentos racionales, el rechazo del nuevo gobierno al estudio de la religión en las escuelas, ni desde mi experiencia como alumna ni desde mi experiencia como profesora. No me estorba para nada haber cursado Religión; al contrario, gracias a ella pude entender mejor las materias de letras: Literatura, Historia, Arte, Filosofía, las fiestas, etcétera. Como docente, he constatado la falta de base en mis alumnos sin cultura religiosa. Lo mismo he oído a otros compañeros, incluso ateos.

Cuando estudié Lengua Arabe en la universidad, me parecía natural que nos mantuvieran al tanto del credo islámico y de sus costumbres. No entiendo que el gobierno sea tan beligerante con la asignatura de Religión y desde luego no puedo entenderlo ni siquiera desde un punto de vista democrático: casi el 80% de los padres la eligen para sus hijos. El Estado es laico, pero no laicista. El Estado es aconfesional, pero no antirreligioso. Es un deber del Estado atender al derecho de los alumnos a no tener lagunas culturales y el de los padres a elegir la enseñanza religiosa y moral de sus hijos. JOSEFA ROMO Cáceres