El título de esta carta está tomado del libro que escribió Robert Hughes, escritor y crítico de arte australiano, en 1993. No pude evitar acordarme del mismo al terminar de leer la muy certera columna de Víctor Bermúdez, Deseo de ser Peter Pan, en el Periódico Extremadura del pasado 11 de octubre.

El fenómeno de la infantilización en las sociedades occidentales se ha instalado de forma gradual, probablemente desde finales de la década de los ochenta del pasado siglo.

Casualmente, o quizá no, desde la victoria definitiva del capitalismo global. Este sistema no desea ciudadanos críticos sino consumidores entretenidos durante horas en patochadas emitidas por televisión, preocupados por la adquisición de bienes materiales cada vez más novedosos y caros o como acémilas con móviles, tabletas, etcétera.

Cuando era niño, si mi maestro comunicaba a mis padres que mi comportamiento o rendimiento eran mejorables, ya sabía que recibiría un correctivo. Desde hace tiempo el correctivo lo suele recibir el docente por parte de determinados padres que no consienten siquiera la más mínima crítica a su retoño. Lo más sangrante es que esos progenitores se pliegan ante el pequeño dictador, intentando cumplir todas sus demandas. ¿Qué futuro espera a esa generación de aspirantes a Peter Pan? El futuro ya está aquí. Personas que no aceptan la posibilidad de estar equivocadas, que se les viene el mundo encima a la menor contrariedad, que lo desean todo de manera inmediata y que viven en un presente continuo donde solo tienen tiempo para si mismos. Lean el libro y también, de paso, las columnas de Víctor Bermúdez.