WLwos jefes de Estado y de Gobierno de la UE cumplen desde ayer con la obligación legal de celebrar una cumbre en primavera. Pero el bloqueo institucional que atenaza a los Veinticinco y la prolongación del periodo de reflexión hasta el 2008 impiden esperar acuerdos capaces de deshacer el ovillo europeo. La UE prefiere encomendarse a la presidencia alemana, el primer semestre del 2007, en la confianza de que el programa político de Angela Merkel habrá cuajado y la cancillera estará en condiciones de tener un gesto de autoridad para desatascar la situación y desvanecer la desconfianza de los europeos.

La UE no se ha recuperado del doble terremoto de una ampliación poco meditada y de los referendos de Francia y Holanda, que condenaron a la Constitución europea a pasar una larga cuarentena. El caso es que ni la fijación de un calendario de nuevas incorporaciones ni la reforma en profundidad de la política agraria ni la construcción de la Europa política son posibles sin que entre en vigor la Constitución. Mientras tanto, ganan terreno los euroescépticos y los librecambistas, que se conforman con que la UE se reduzca a una economía próspera y una moneda fuerte adaptadas a la lógica de la globalización.