El canciller alemán, Gerhard Schröder, ha excluido al presidente del Gobierno español, José María Aznar, del encuentro que ha convocado para que los tres grandes de la UE (Alemania, Francia y Gran Bretaña) intenten limar sus divergencias sobre cómo abordar la posguerra en Irak. España ha quedado fuera de la cumbre a pesar de que también forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU y tiene tropas destacadas en Irak.

Una vez más se demuestra que Aznar aisló a España de los socios que verdaderamente necesita cuando pretendió que el triángulo Londres-Madrid-Roma podía sustituir como motor de la UE al sólido eje París-Berlín. El presidente del Gobierno ha convertido en irrelevante la voz de España en el mundo porque ésta se limita a repetir dócilmente las consignas de EEUU. Y midió mal las fuerzas de su país cuando se permitió despreciar, con mal tono, la situación y peso económicos de Francia y Alemania.

Schröder le recordó hace poco a Aznar quién paga y quién recibe en la UE, y ahora le pasa una factura añadida al excluirlo de una cumbre que, por cierto, con España o sin ella, también demuestra que todavía es una quimera hablar de una política exterior común de la Unión Europea.