Escritor

El maestro de Camas ha estado en paradero desconocido, y nunca mejor dicho, que se trataba de una espantá . Así, como suena, el maestro ha dado muchas espantadas, pero como ésta, ninguna. Curro tenía y tiene, porque la conserva, una forma de mirar al toro, aunque en este caso es peor, porque se trata de una mujer, o sea, hembra, pero él sabe lo que hace, porque cuando se dan espantadas no hay que mirar el espanto, y se dan o no se dan, y Curro tiene un sexto sentido para darlas, vengan de donde vengan. Lo primero que tengo que decir es que lo comprendo. Y quien mejor lo puede comprender, no es otro que las haya dado, sino yo mismo, que no he dado ninguna, que recuerdo que me casé sin saberlo. Llamó mi madre a la puerta y me dijo:

--Vamos, hijo, que hoy es el día...

Sentado en la cama le pregunté:

--¿De qué, mamá?

--Ay, hijo, no me hagas decírtelo.

Mi madre sabía que eso no se dice y que era una cita difícil, pese a que la que me esperaba era una rubia impresionante, o sea, que era una difícil decisión, y me espetó:

--Venga, que tienes que ir a misa un rato.

Sabía lo que decía. Yo no aguanto las misas, y menos poner rodilla en tierra por la cuestión del Alzamiento Nacional. Es decir, que no es por nada, pero comprendo a Curro con esa novia caballona que no tiene labios y debe ser de éstas de hacer ganchillo a todas horas. Pero lo más terrible no es espantarse frente a una euménide, que es lo que parece Carmen Tello, sino el interlocutor escogido por Curro, que es su biógrafo. Es decir, que mucho me temo que esto es para hacer una agenda de la biografía existente.

Lo dramático es que ella ya lo esperaba en el domicilio donde echaban los novios los polvos, que si ha llegado la cosa a esa polvareda, cómo estará Cayetana de cabreada con el de Camas. Y el remate ha sido su exmujer, o sea, mi querida Concha Márquez Piquer, que ha salido diciendo que atar a Curro no era fácil, que lo sabe ella. La verdad es que en medio de los prolegómenos de una guerra, que sucedan estas cosas, anima. Pero todo ha terminado bien y con Arenas Bocanegra de testigo y Antonio Burgos y José María García. O sea, los cabales. Tos de derecha.