Flaco favor le ha hecho el señor ministro de Fomento a los socialistas extremeños con que no entiende lo de un tren digno. «Si no es digno no es tren», dijo esta semana en un foro en Madrid, como si una y otra cosa fueran intrínsecamente unidas. No sabe el señor ministro que, con ello, no solo denota falta de conocimiento sobre una realidad que tenemos en esta tierra, que es que nuestros trenes y nuestra red ferroviaria son tercermundistas y, en consecuencia, indignas, sino que, encima, con su declaración rebaja y casi ridiculiza el lema reivindicativo ‘Por un tren digno’ que ha unido a la sociedad extremeña en los últimos tiempos y que, dicho sea de paso, ha abanderado su propio partido liderando una movilización histórica y sin precedentes que tuvo lugar en Madrid el 18 de noviembre del año pasado.

Es verdad que contra el poder siempre se vive mejor, pero no estaría de más que ahora que el PSOE gobierna aquí y allí se hiciera una llamadita desde Mérida a Madrid para explicar que hay asuntos sobre los que es mejor no entrar. La gente está harta de incumplimientos y, como dice el propio presidente Vara, ya no quiere más promesas, solo realidades. Por eso, gracietas o ironías ninguna. La ciudadanía se calienta y luego ya no vale el yo no quise decir eso, se me interpretó mal o precisamente opino lo contrario. El caldo gordo ya está hecho y solo precisa de este tipo de condimentos para rebosar de la olla.

De un tiempo a esta parte se han mejorado los trenes que ruedan por nuestras vías, pero siguen las averías. La última, el jueves, precisamente el mismo día de las declaraciones del ministro con un tren parado entre Mérida y Cáceres y los viajeros teniendo que ser trasladados en autobús.

Mucha gente de fuera de Extremadura cree que, de un tiempo a esta parte, tenemos exacerbado el sentimiento reivindicativo, como si éste hubiera pasado a formar parte de nuestra idiosincrasia o se hubiera establecido como esencia de nuestro pueblo. ¿Somos extremeños? Pues tenemos que aparentar ser unos pobrecitos a los que el Estado maltrata. Así nos va bien y así también nos unimos como sociedad en un sentimiento nacido en la etapa preautonómica y alimentado precisamente para hacer crecer nuestra identidad como región. No digo que alguna vez haya habido algo de cierto en todo esto e incluso que se haya podido potenciar desde algún partido político buscando enemigos foráneos y eludiendo responsabilidades propias, pero en el asunto del tren todo está muy clarito, no hay ninguna doblez. Es una vergüenza. Punto. Y sinceramente, creo que no hay nadie en España que aguantara una situación así.

El movimiento Milana Bonita me simpatiza. Creo que son gente de bien que ha dado muestras de que no se casa con nadie y han venido para tocar las narices con esto del tren digno, reivindicando pero dando por hecho que si no se llama la atención, mejor quedarse en casa. Ayer volvieron a concentrarse en Madrid y explicar qué es esto del tren digno dado que, visto lo visto, mucha gente no se entera. Ellos lo explican de forma muy sencilla: se trata de que exista un servicio ferroviario medianamente decente, que permita al viajero llegar a su destino en un tiempo más o menos prudente, con trenes donde los baños cierren sus puertas, las máquinas dispensadoras de bebidas estén atendidas y los vagones vayan provistos de aire acondicionado o calefacción para hacer mejor los viajes en verano, con 40º de temperatura en Extremadura, o en invierno, sin tener que ir con el abrigo puesto.

En Extremadura no hay un solo kilómetro de doble vía, lo que impide la circulación de dos trenes a la vez, ni tampoco existe ni un solo kilómetro electrificado, cuestión que solo ocurre aquí y en Murcia; los sistemas de seguridad en muchos casos corresponden al siglo XIX y hay todavía raíles de 1878. Uno de cada cinco kilómetros tiene limitada la velocidad por falta de mantenimiento y existen concretamente 76 kilómetros en los que es imposible rodar a más de 50 kilómetros por hora.

Con independencia de los compromisos de las obras, dejando aparte que las fechas comprometidas para la alta velocidad se están cumpliendo ahora con José Luis Ábalos y antes con Íñigo De la Serna, lo cierto es que nuestro tren convencional, el resto de nuestro sistema ferroviario, puede ser tren, sí, pero nunca podrá ser digno hasta que se alcancen determinadas mejoras.