Los especialistas en el poder ya han establecido que, dado que las masas no profundizan ni analizan los mensajes que se les dirigen, para seducirlas basta con enviarles eslóganes contundentes, por vacuos que sean. Frases irracionales como "Váyase, señor González " o vaguedades como España va bien. Por muy inteligente que sea la estrategia, es lógico que el espectador crea que quienes utilizan tal sistema deben de tener el cerebro tan vacío como su discurso. Por ejemplo, cuando Bush, para aplacar a los cubanos de Miami a quienes prohíbe viajar y enviar dinero a la isla, dice que Cuba se ha convertido en un centro de turismo sexual, olvidando que, antes de la revolución, fueron los norteamericanos quienes hicieron de la isla un centro de corrupción. Si da lo mismo lo que se diga, propongo que los políticos se dediquen a contar chistes. O mejor, que se callen.

*Escritor