TLta institución que desborda, hoy, cualquier parámetro asistencial por su fuerza y testimonio es Cáritas. Fenómeno social y referente del que todos hablan, pues cura heridas, atenúa tristezas, alivia dolores y palía el hambre; es decir, da cuanto tiene sin esperar réditos, no pide documentos, ni pregunta a nadie de dónde viene, si va a misa los domingos, en qué partido milita, o si antes ha sido un sinvergüenza; sólo quiere ver su cara, que es el espejo del alma. Y todo esto, entre varios millones de parados. Llena de carisma y aura popular, es diaria su presencia mediática en la calle, en el templo y en el mercado, con aplauso de todos, mientras la zarpa de la crisis hace que una simple sopa caliente sea manjar de ricos. De ahí que nunca se hable mal de Cáritas, al ser esperanza, mesa y posada para tantos españoles que están necesitados de ella, hasta Dios sabe cuándo, pues la recesión puede volver a mostrar sus fauces, en 2012. Por eso el Estado no deberá escatimar nunca los dineros en su ayuda, si no quiere que caiga sobre él un duro anatema social. Porque Cáritas no es sólo una institución hermosa que fletó la Iglesia para tapar el hambre o limpiar úlceras, sino ese barco con vela blanca y bandera de amor, que se abre a todos sin esperar nada a cambio. Esto es algo admirable, porque a nadie rechaza y a todos recibe: obreros sin trabajo, empresarios arruinados, jóvenes sin brújula, mujeres humildes sin escaleras que fregar, conserjes despedidos, tenderos sin tienda, o inmigrantes que ya no envían ahorros a su familia con hijos que alimentar- Teniendo tan poco, presta su ayuda al que no puede pagar la luz y el agua, al que todo lo perdió y al que nunca tuvo nada. Y es que Cáritas, que nunca da la espalda al necesitado, siempre tendrá en su alacena el pan candeal de la caridad, y será pañuelo de lágrimas para el fracasado, y consuelo y consejo para todos, pues sabe que todo lo que entrega habrá de multiplicarse al 100 por uno, según le dicta su fe.

Con estas líneas, hacemos coro con muchos ciudadanos que aplauden a dicha institución --fundada por la Conferencia Episcopal española-- para que otras instancias sigan su huella, a fin de que todo hombre y mujer puedan vivir bajo un horizonte de honrosa dignidad. Porque el bienestar, según Francis Bacon , es como el estiércol, que no es bueno si no se esparce y extiende.