Me dais pereza

Ha pasado la Navidad y con ella, supongo, el tiempo de los buenos deseos y el azúcar, y toca volver a acordarnos de ésos (no de sus santas madres) que, siendo responsables del caos que vive España, parece que no tienen nada que ver con el problema; que es muy cómodo tomar el mando único, plantar un estado de emergencia a larguísimo plazo y sentarse a tocar la lira con la pelota en el tejado de cada Comunidad Autónoma.

Andan desaparecidos, con 80 mil muertos, epidemiólogos de cuatro o cinco casos, presidentes nacionales que sólo salen a evacuar sus Aló y callan sobre todo lo demás, vicepresidentes ocupados en comentar series televisivas, ministros que se van a hacer campaña como si hubieran dejado todo arreglado...

Veintidós ministerios y nadie aparece más que para aplaudirse por aprobar, con la que está cayendo, normas trascendentales (que tratan literalmente de la vida y la muerte) sin el imprescindible diálogo, discusión, reflexión y consenso.

Porque ésa es otra: la oposición anda también a sus manejos, cuentas y estrategias, calculando si tal paso les acerca más a posibles votantes o aleja más sus traseros de los escaños.

Les pagamos a todos, muy bien por cierto, para hacer de España un país seguro y próspero, para vigilar nuestros intereses y hacer nuestras vidas mejores, pero parece que se lo han aplicado sólo a ellos y sus propias circunstancias. Y nosotros, simples votantes, tragando con todo y mirando al dedo que señala la luna, porque han conseguido polarizarnos en “los míos y los otros” y nos han hecho olvidar que son ellos los que deberían estar a nuestro servicio, y no al revés. Porque para subir los impuestos no hay retraso, pero aún hay miles de españoles sin cobrar sus ERTES.

Ya sé que les gusta más cuando hablo de naturaleza o de sentimientos, pero estos días sólo siento una enorme pereza hacia nuestra “clase” (permítanme el eufemismo) política; y digo pereza por no decir desprecio o asco, porque a fin de mes, mientras todos ellos se lo llevan calentito al bolsillo, millones de compatriotas se acuestan cada noche sin saber qué va a ser de ellos, de sus familias, de sus negocios, de su salud, de su libertad. Y aquí no pasa nada. Hasta que pase.

*Periodista