WEw l euríbor, la referencia de la mayor parte de las hipotecas, se ha situado al cierre del año pasado en el 4,796%, su nivel máximo desde el 2000 en lo que se refiere a valores a 31 de diciembre. El indicador, que bajó hace un mes y dio esperanzas a muchos ciudadanos de que se estaba acabando el ciclo de subida, volvió a crecer hace dos semanas, cuando estuvo rozando el 5%. Esta situación apunta a que el Banco Central Europeo (BCE) no podrá aguantar por mucho tiempo y tendrá que subir el precio del dinero, situado ahora mismo en el 4%.

La preocupación que genera esta carrera alcista no se entendería si no viniéramos de una etapa con tipos injustificadamente bajos para la economía española: baste recordar que cuando el BCE bajó la referencia al 2%, la inflación aquí rozaba el 4%; durante los dos años y medio que vivimos al 2%, nuestros precios estuvieron como mínimo seis décimas por encima del coste oficial del dinero.

La desestabilización del sistema financiero mundial que ha generado la crisis de las denominadas hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos, y que cuando surgió no se le dio la importancia debida, es la principal causante de la subida de los tipos, que se une a algo más específico de la economía española y la norteamericana: el final del boom inmobiliario. En ambos casos, el aterrizaje no parece tan suave como se esperaba (basta observar que los precios de la vivienda nueva en la región han caído un tercio el año pasado respecto al anterior, pasando del 9,9% al 6,3%), y es muy probable que el desastre de las llamadas subprime sea el primer responsable de esa caída brusca. No en vano, el frenazo de las ventas de viviendas y las restricciones crediticias en el mercado español hicieron su aparición a partir del verano, cuando se conocieron las primeras quiebras de entidades financieras de Estados Unidos a causa de su alta exposición a hipotecas de riesgo.

Estas circunstancias generan una incertidumbre más que justificada entre los ciudadanos, sobre todo, porque la construcción ha sido el pilar del crecimiento económico del país en la última década. Supone el 9% del PIB y proporciona más del 13% de la ocupación. Con el añadido de que el 25% de los empleos creados en los últimos tiempos eran absorbidos por este sector, lo que quiere decir que, en el caso de cumplirse los pronósticos más agoreros, en dos años nos podríamos encontrar con decenas de miles de parados, la mayor parte procedentes de la inmigración.

El crecimiento de la economía reflejará lo que está ocurriendo en la construcción. La cuestión está en ver si este fenómeno afecta a más sectores. De momento, las cifras indican que el consumo se resiente, aunque de forma muy suave, como se está viendo en la campaña navideña que está a punto de acabar. En ese sentido, será muy importante comprobar en qué medida se desacelera el PIB del último trimestre del año.