Soraya Rodríguez no es Cicerón . No interpela: "Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra?" y disculpen el latinajo. Pese a que pretenda decir lo mismo. (Sustituyendo Catilina por PP). Soraya Sáenz de Santamaría no es el muñeco diabólico, pero a veces se parece. Empeñada una en gritar indignada y la otra en responder prepotente que ustedes sí que lo hicieron mal, la cosa en el Parlamento va de mediocre a churripuerca. Porque lo que entre lágrimas de sufrido contribuyente exige este, son datos fidedignos y no proclamas.

Y es que, como siempre pero peor, la política española abunda en frases huecas y escasea en rendición de cuentas. Ahí tenemos a Montoro, tan amigo él de las cifras, clamando que España volverá a asombrar al mundo, sin que su arranque épico explique a qué se debe tamaño farol. Ahí tenemos a Rajoy, el prudente, campaneando que España ha vuelto para quedarse. Pues entre las luces verdes y los brotes al final del túnel, que ya me he hecho un lío, lo cierto es que existen datos incontestables y otros que no lo son.

Es incuestionable que la prima de riesgo ha bajado y que el paro se mantiene. Es evidente que el sueldo de los funcionarios se congela, ¡y ya van cuatro! No lo es tanto si han perdido un 20 o solo un 15 por ciento de poder adquisitivo. Que en eso las fuentes discrepan. La cesta de la compra: las patatas, el aceite y esas naderías de nada, se han encarecido en el último año la pequeñez de un 2,9, el triple que en 2012, pero según el País la inflación en 2013 está también congelada. Será por los yates. Que no han subido nada.

En Extremadura, por quedarnos en casa, Sergio Velázquez ve signos de recuperación, cuando Jerez de los Caballeros aguanta la respiración, reza y 534 familias se enfrentan a un futuro incierto. Y la única luz a la vista va a subir un tres por ciento. Por eso me permito humildemente aconsejar a los políticos, que se moderen. Cesen los gritos de Apocalipsis y la propaganda falaz. Sean humildes también ustedes. Y realistas. A izquierda y derecha. No puede ser tan difícil.