Eurodiputado y escritor

La pobreza, la extrema pobreza, nos arruina moral y éticamente. También, aunque suene cínico, nos arruina económicamente. En Davos, líderes políticos, sociales y económicos del mundo han asumido que la pobreza es insostenible en lo social y ecológico. Y han asegurado que no hay fronteras seguras para nadie entre los fosos de la miseria, las brechas digitales y los cambios climáticos. En definitiva, que no hay negocio si no es seguro y sostenible. Y si no es para todos.

Ganar dinero ya no basta si no se genera riqueza social, ecológica, cultural, patrimonial, sanitaria, alimenticia. El dinero listo lo sabe. Los gobiernos aún dudan. Un nuevo orden económico puede surgir si el sistema global piensa en la supervivencia aunque haya ignorado hasta ahora la solidaridad.