Desde la cárcel de Soto del Real y desde Waterloo, los cabezas de lista de ERC y Junts per Catalunya (JxCat) a las elecciones europeas, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, participarán por vía telemática en los debates electorales de TV-3 (que se celebra hoy) y de Cataluña Radio. Sin menoscabo de los otros candidatos, cuando en las pantallas aparezcan Junqueras y Puigdemont el debate se convertirá de facto en un cara a cara entre quienes eran el presidente y el vicepresidente de la Generalitat el 1-O. No se les ve juntos desde el 27 de octubre del 2017, en las escalinatas del Parlamento catalán, rodeados por las decenas de alcaldes que, vara en mano, jaleaban la fallida declaración unilateral de independencia. Mucho ha sucedido desde entonces --la huída a Bélgica, la prisión preventiva, el 21-D, la pugna abierta por la hegemonía del espacio independentista-- hasta llegar al momento actual, en el que Junqueras y Puigdemont volverán a encontrarse, plasma mediante.

Es obvio que un debate en estas circunstancias es anómalo y bastante surrealista, imagen de la excepcionalidad en que se encuentra la política catalana desde el 6 y el 7 de septiembre del 2017. Al encuentro se llega después del último golpe de guion de Puigdemont, que poco antes de que la Junta Electoral Central autorizara la participación de Junqueras y de Toni Comín en el debate (después el expresidente ocuparía el lugar del exconsejero de Sanidad) anunció que no se volverá a presentar a presidir la Generalitat. Una decisión que cabe interpretar dentro del enfrentamiento abierto entre ERC y JxCat --la propia Elsa Artadi atribuyó la renuncia del expresidente al bloqueo de ERC de la reforma del reglamento del Parlamento-- y que incide en el debate de fondo dentro del independentismo entre el irredentismo de Puigdemont y los suyos y la postura más proclive a la negociación con el Gobierno central de los republicanos.

La judicialización del procés ha evitado hasta el momento que el choque entre estas dos posturas haya llevado a una crisis en el seno del independentismo, aunque la pugna cada vez resulta más evidente y dañina, como se puede apreciar por ejemplo en el duelo en Barcelona entre Artadi y Ernest Maragall. El debate de hoy entre Junqueras y Puigdemont, pese al plasma y la anomalía, es la primera oportunidad de los líderes para hablar de ello en público. Es un debate, por tanto, que va mucho más allá de las elecciones europeas.