El debate sobre el estado de la Nación que este año se celebra en el tramo final de la Legislatura viene precedido de notable crispación política. Pese al acuerdo alcanzado hace un mes entre Zapatero y Rajoy para rebajar la recíproca dosis de leña a cuenta de la dispar visión que mantienen PSOE y PP en materia de lucha antiterrorista, a la postre, las revelaciones periodísticas de los contactos entre los enviados de Zapatero y ´Josu Ternera´ han acabado por deshacer la piadosa idea de que en España hay asuntos de Estado que, por serlo, reclaman simétrica lealtad del Gobierno y de la oposición. Habrá que empezar a escribir para personas adultas y decir que puesto que lo que está en juego es el poder, no es que valga todo, es que a la vista está que Zapatero no da un paso que no sea en la dirección que más le conviene para preservarlo y Rajoy hace lo propio para intentar arrebatárselo. Los dos piensan en marzo del 2008; los dos saben que puede ganar el otro; los dos mueven fichas pensando en un posible escenario en el que pudieran necesitar el concurso de los nacionalistas: Zapatero con Imaz y ERC; Rajoy con Mas y Durn.

En el debate de hoy Zapatero se apuntará como propios los logros de la economía alcanzados por el dinamismo de los empresarios y la baja conflictividad social fruto de la maceración sindical, y, sobre todo, de la resignación de los trabajadores ante el magro crecimiento de los salarios. Rajoy, por su parte, imputará la baja participación electoral registrada en Cataluña en las dos últimas elecciones (referéndum y municipales) al descontento de grandes sectores de la sociedad catalana ante la deriva política que apareja el nuevo ´Estatut´. El fiasco en la negociación con la ETA será la otra factura que Rajoy intentará endosar a Zapatero. En este registro puede ir lejos pero una parte de la ciudadanía no le seguirá. Todas las encuestas coinciden en que la mayor parte de la gente cree que Zapatero tenía derecho a intentarlo, como en su día lo hizo Aznar. Ya se sabe que ZP ha ido mucho más lejos -de hecho los contactos con los terroristas han seguido después del atentado de Barajas- pero esa felonía tardará en ser reconocida como tal por el gran público.