Cada día en todo el mundo, y con pulcra discreción, se incorporan al mercado laboral cientos de robots industriales y máquinas inteligentes apropiándose de miles de puestos de trabajo y enviando a la jubilación anticipada y al paro a millares de asalariados. No hay que tornar al ludismo del XIX y destrozar la maquinaria que destruye empleos, pero sí resolver esta imparable robotización, cuestionándonos qué tipo de sociedad anhelamos: una conflictiva, con legiones de parados sin cobrar prestación, u otra solidaria que implemente la polémica renta mínima garantizada para que las personas que no logren trabajo perciban un mínimo vital digno.

Y siempre es opinable la forma de llevarlo a cabo, aunque siendo España un Estado social que recauda 7 puntos menos que la eurozona, sin duda lo justo sería que quienes más han obtenido de la sociedad lo costeen, y que las máquinas destructoras de empleos coticen por los trabajadores que arrojan al castrante y gélido averno del paro.

INFANCIA

Aprender en valores

J. Masdemont

La infancia es la etapa de nuestra vida en la que aprendemos más rápidamente los conceptos, culturales o conductuales. Los primeros años son decisivos, puesto que determinan, en gran medida, nuestro futuro, al menos en el aspecto emocional. Recuerdo haber leído: «Eduquemos a los niños y no será necesario castigar a los hombres». Y yo añado que la buena educación de los niños sirve también para conseguir un mejor control de las emociones, puesto que estas son las que nos hacen disfrutar más o menos de las personas y las cosas. La base sólida de un buen crecimiento personal es el aprendizaje de unas conductas y valores. Los adultos tienen que aceptar que el niño que tienen al lado, aunque diferente, es igual que ellos, que nadie es inferior ni superior, que las burlas y los desprecios hacia los otros no tienen razón de ser, que compartir es crecer, que más que ganar, lo importante es participar, que nadie ha escogido a sus padres, ni a su familia, ni el lugar de nacimiento. Se debe profundizar mucho en estos aspectos.

En sí mismo, nada es bueno ni malo. Todo depende del buen uso o abuso que se haga de las cosas; igual pasa con las nuevas tecnologías: un uso excesivo de pantalla, como parece que se da también en los niños, es negativo; menos pantallas y más juegos didácticos y tareas participativas y grupales.

De los maestros siempre se ha dicho que no están ni bien pagados ni bien valorados, y esto no es ni correcto ni conveniente, puesto que la mejor inversión que puede hacer una sociedad es hacer crecer una infancia más sana. Hacen falta, pues, buenas escuelas y buenos maestros, puesto que estos son tan importantes -por no decir que más- que los profesores universitarios. Porque si estos significan el tejado de la casa y la bandera de final de obra, los primeros son los cimientos.

JÓVENES

«Este Papa las clava»

X. Serra

A punto de empezar un nuevo curso académico, creo que hay que enfocar de manera positiva muchos desafíos. Es cierto que los más jóvenes son el futuro y que a menudo están hartos del: «Ya te lo decía...», «tengo malas experiencias..», o recuerdos de la guerra, revanchas, represión... Ya basta. Conviene generar soluciones, y esta es la actitud que redescubro en el papa Francisco. He leído su documento Christus vivit, dirigido a los jóvenes, y otros textos -también recomendables-: Evangelii Gaudium, Laudato si, sobre ecología, Amoris Laetitia, sobre la familia y Gaudete et exsultate, sobre la santidad. Todos en tono positivo, generando siempre buenas vibraciones. Una breve cita que recomiendo: «Los jóvenes de hoy son los primeros en hacer una síntesis entre aquello personal, aquello propio de cada cultura y aquello global; ahora bien, esto requiere que consigan pasar del contacto virtual a una buena y sana comunicación». Ya tengo mi objetivo educativo para este nuevo curso. Este Papa las clava.