Cuando los problemas no son simples, afectan a muchos y son un elemento estructural de una sociedad, siempre es un acierto debatir, de manera que contemos con más ojos para ver los defectos, tengamos más opiniones y conozcamos un mayor número de sensibilidades. Decir que los problemas de la educación son muy complejos es una perogrullada: el debate que se anuncia tendrá que comenzar con la autocrítica de padres, madres, profesorado, alumnados y la propia administración. Sólo tras reconocer nuestros errores deberíamos aventurarnos a señalar los de los demás.

Del mismo modo que para hacer un puzzle, la construcción de un sistema educativo eficaz necesitará de las opiniones de quienes están cada día en el aula y de la visión de conjunto de quienes gozan de una perspectiva más amplia. Las conclusiones no serán mejores dejando al margen a partidos, sindicatos u órdenes religiosas. Ninguna aportación será más valiosa que otra a priori, pero no sobra nadie. Cuantos más seamos a la hora de construir este consenso, más sólido será el nuevo sistema educativo frente a los vaivenes políticos.

*Profesor y activistade los Derechos Humanos