DLda composición parlamentaria resultante de las últimas elecciones, con seguridad que no es la ideal ni para el PSOE, que las ganó, ni mucho menos para el PP, que claramente las perdió. Pero, tal vez, por aquello de que Dios escribe derecho con renglones torcidos , para el Parlamento como tal, está resultando un elemento revitalizador de su papel. Y esencialmente, esto es bueno.

Resulta lógico, que en este primer semestre, el Gobierno intente por vía parlamentaria, clarificar actuaciones y conductas y esto lo haga en sede parlamentaria, y en este sentido tanto la Comisión de Investigación del 11 de marzo, como la intervención del ministro Bono en el desgraciado y trágico asunto del accidente del Yakolev, resultan tan oportunas como necesarias. Otra cuestión diferente, es dónde se pone el acento en cada una de estas cuestiones. Porque, mientras que en las primeras no caben responsabilidades políticas personales y sí una investigación más exhaustiva y profunda, sobre los instrumentos de prevención contra el terrorismo islámico, que amenazador y amenazante cierne su trágica sombra sobre nuestro país, entre otros objetivos preferentes; del asunto del Yakolev, sí se derivan responsabilidades personales, y es lógico que éstas se demanden, es más, lo suyo sería que fueran satisfechas, sin que esto derivase en interpretaciones en clave de debilidad de la oposición, o del jefe de la misma señor Rajoy. Es más, la oposición como tal, representada por el PP , es una de las más fuertes que ha tenido nuestra democracia, siendo llave para cuestiones básicas en la gobernabilidad del Estado, que requieren mayorías cualificadas.

Que Rajoy exigiese a Trillo la renuncia a su escaño sería enmendar el desacierto de haberlo incluido en las listas, y después del Congreso del PP, tan sólo podría interpretarse como signo de fortaleza y en ningún caso de debilidad. Lo ideal sería que el propio Trillo renunciase de motu propio a su acta de diputado, en un gesto gallardo que beneficiaría a sus propias filas. Seguramente, aun comprendiendo las acciones de las víctimas, fruto de un dolor inmenso, las responsabilidades penales de Trillo, parece que no proceden. Los políticos pueden y deben acabar en el banquillo de los acusados, y en su caso, en la cárcel, como están algunos, cuando sus conductas son delictivas, la incompetencia política, por grande que sea, y en este caso lo es mucho, no es un delito penal. Superada y aclarada esta cuestión, corresponde ya al Gobierno, cerrar este tema de una manera satisfactoria, tanto en lo que respecta a indemnizaciones económicas, como al macabro asunto de los enterramientos.

Con este nuevo y atractivo estrellato del Parlamento, están surgiendo percances, que dentro de la seriedad del asunto, nada menos que los presupuestos, resultan hasta simpáticos. Porque, la verdad, ver correr a sus señorías, por las dependencias del Congreso para que no le cierren una ventanilla, no deja de ser una anécdota, y como tal hay que tratarla. Llegar un minuto después, no va a quebrar a nadie, ni significa nada, al menos nada que no se sepa. Está muy claro, que los presupuestos, los de este ejercicio y los de los sucesivos, van a tener muchas dificultades para su aprobación. Y de que los diputados, al menos algunos, se van a ganar el sueldo, que no es excesivo por cierto. Pero, los ciudadanos han querido esta composición para las Cámaras, y no debe haber mayores preocupaciones por ello.

La única preocupación, y ésta sí sería muy grave, es si alguno de los grandes partidos que vertebran España, olvidasen esta función básica de los mismos y no antepusiesen la razón de Estado al oportunismo partidario.

*Ingeniero y director general de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación