TJtordi Pujol Ferrusola tiene, faltaría más, todo el derecho a la presunción de inocencia. De hecho, no está acusado de ningún delito. No lo fue cuando una antigua amante, María Victoria Alvarez , ratificó ante el juez lo que ya había contado a la policía: que Pujol trasladó grandes sumas de dinero en efectivo desde Andorra a Madrid. La denuncia, difícil de demostrar, coincidía con un periodo turbulento en la política catalana y fue utilizada como munición pesada por los medios más decididamente opuestos al proceso soberanista. Era verosímil que una mujer despechada tratara de dañar la imagen de su expareja y que tal reacción fuera aprovechada en una campaña de desprestigio del apellido del gran referente del nacionalismo catalán, que ahora se había echado al monte del independentismo.

Pero el informe de la Agencia Tributaria conocido ahora supone un salto cualitativo. El hijo mayor del expresidente de la Generalitat movió mucho dinero en países que van desde Suiza a las Islas Caimán, desde Luxemburgo a Gabón. Muy bien, eso no quiere decir que haya delito si, como asegura Pujol, su ±intensa actividad mercantilO ha sido transparente y declarada al fisco.

Sin embargo, la noticia resulta escandalosa porque, unida a la regularización de cinco millones de euros por dos hermanos de Jordi --Josep y Oleguer -- y la reciente imputación de otro hermano --Oriol-- en el caso de las ITV, sugiere que en el entorno directo de quien fuera presidente de la Generalitat durante 23 años se han hecho negocios muy lucrativos. Es decir, el apellido está dañado por acumulación. Y por eso conviene que alguien dé explicaciones a la sociedad catalana, que asiste estupefacta al espectáculo.

Hubo unos años en los que periodistas y políticos manejaban la expresión sector negocios de Convergència, en referencia a las operaciones realizadas al calor del poder político. Admitamos que entonces había cierta permisividad con el binomio negocios/política. Se estaba construyendo una autonomía, un espacio nuevo del que surgían grandes oportunidades. Pero hoy ya no cuela. La transparencia es exigible a todos. También a los Pujol.