La cotización del dólar frente al euro mantiene unos tipos de cambio que cada día acumulan un récord. Ayer, la relación se situó en 1,2218 dólares por euro (unas 136 pesetas, una paridad inusitada desde hace muchos años para la antigua divisa española). Discernir entre si estamos ante la fortaleza del euro o la debilidad del dólar es un ejercicio ocioso. Todo indica que nos encontramos ante un fenómeno de presión del mercado sobre la moneda norteamericana, permitido por sus propias autoridades: el desequilibrio fiscal y comercial que ha generado la Administración de Bush es tan enorme que la debilidad del dólar es un buen paliativo, aunque sólo sirva para no entorpecer aún más las elecciones presidenciales del 2004. Para Europa, la fortaleza del euro es una novedad y también un arma de doble filo. De una parte, se consolida la moneda común de 12 países de la UE desde que en enero de 1999 comenzara a cotizar en el club de las grandes divisas mundiales. Pero llega en un momento poco oportuno: las economías más competitivas de la UE, con Alemania y Francia al frente, necesitan recuperar su crecimiento, que pasa por exportar a América y Asia sus productos más competitivos. Y, ahora, vender allí en euros es más caro.