Es todavía pronto para saber si los efectos de la actual crisis económica serán más o menos devastadores que los de ciclos anteriores en cuanto a destrucción de empleo, carestía de la vida y, en definitiva, retrocesos para la sociedad del bienestar. Pero sí hay algo sobre lo que no caben muchas dudas, y es que el miedo es hoy mayor que en otros periodos de dificultades, porque el factor psicológico tiene un peso muy superior al de anteriores situaciones de frenazo de la actividad. De hecho, esta es la primera crisis a la que el ciudadano está asistiendo en directo gracias al despliegue mediático y a la globalización. Por eso crece entre el público informado la sensación de que existen grandes desfases entre las decisiones de los dirigentes políticos, no importa de qué países porque el comportamiento de unos y otros es similar, y la realidad que se vive a ras de suelo. EL PERIODICO EXTREMADURA analiza hoy dos casos emblemáticos: el precio de los carburantes y los tipos de interés de las hipotecas.

Cabía pensar que las medidas adoptadas en los últimos días por los gobiernos y sobre todo por los bancos centrales, abaratando medio punto el precio del dinero, iban a relajar las tensiones de liquidez y, por tanto, a dar un respiro al euríbor, el tipo de referencia para la mayoría de las hipotecas. Sin embargo, este índice volvió a subir ayer pese a que los grandes bancos centrales acordaron el miércoles la histórica acción concertada para abaratar los tipos de interés. ¿Qué ha ocurrido, entonces, para que no haya habido correspondencia? En primer lugar, que por razones técnicas es difícil que el euríbor se ajuste de inmediato al precio del dinero. Pero sobre todo que la bajada de tipos, a todas luces saludable, no evita el efecto que mantiene tan alto el índice de referencia hipotecario: la falta de préstamos entre unos bancos y otros, fruto de la desconfianza. Pasarán semanas y tal vez meses para que la calma vuelva al mercado interbancario y se hagan más fluidas las operaciones entre unos y otros. Entonces podrá bajar el euríbor. Ahora bien, los expertos apuntan que los tipos de interés muy bajos, como los que hemos disfrutado y que están en la base del boom inmobiliario, no volverán a disfrutarse en los próximos años. En cuanto a los carburantes, es un clamor lo rápido que repercuten en las gasolineras los aumentos del crudo y lo lentamente que se producen los descensos. El fuerte porcentaje de impuestos que gravan el consumo de gasóleo y gasolina y que los precios de referencia se fijen en los mercados de futuros no son una explicación suficiente para que la gasolina no baje cuando cae la cotización del petróleo. Es exigible a la Administración que tome medidas para que las petroleras no hagan caja a costa de unos ciudadanos que pagan un combustible caro y ya cargado de impuestos.

En medio de esta crisis de confianza es bueno comprobar que la entidades financieras extremeñas, cajas, cajas rurales y la Banca Pueyo, están saneadas y sin nubes en el horizonte. Sus centenares de miles de impositores tienen un motivo menos para alimentar esa crisis.