Cuando José María Aznar ha querido, como ha querido, y sin ninguna duda para entronizar a quien él quiere, se pone en marcha el mecanismo sucesorio en la dirección del Partido Popular.

Tanto la forma del anuncio de la decisión como su mismo fondo se ajustan al más puro estilo aznarista. Mañana, lunes, dará a conocer oficialmente el nombre de Mariano Rajoy, filtrado ayer por fuentes oficiales que luego los miembros de su partido tendrán derecho a elegir democráticamente . Ha mantenido el tema en secreto para dejar bien claro que la propuesta es exclusivamente suya, y la ha lanzado como a él le gusta: de improviso, creando sobresalto mediático. Subraya con este procedimiento que cree ser el único que tiene las claves de lo que le conviene al Partido Popular y de lo que necesitan los electores de la derecha española.

Tras gobernar ocho años con ese estilo, Aznar enfila con el mismo personalismo su salida, al menos temporal, del liderazgo. ¿Se marcha así una persona que no piensa en volver, que tiene voluntad de dejar de mandar? ¿Se elige así a un sucesor al que se quiere cederle de verdad las riendas del proyecto? ¿Es ésta la cultura democrática que la derecha española considera lógica para este siglo XXI?

Hay una cuestión capital ¿Tendremos aznarismo sin Aznar dentro del PP? Esperamos que no. Deseamos otras formas, posturas de fondo y sensibilidades para la derecha española, tanto si va a continuar gobernando como si no. Confiamos en que la personalidad menos autoritaria de Mariano Rajoy un hombre dialogante y respetuoso en su trato con la oposición, impregne de un tono más genuinamente democrático y más sinceramente constitucional el futuro PP.

Muchos ciudadanos españoles de todo tipo de ideologías creen que buena parte de los problemas actuales que sufre España no los ha creado el signo conservador de quienes nos gobiernan, sino la tozuda personalidad autoritaria de Aznar. Porque, por ejemplo, yendo al choque en la comunidad autónoma de Euskadi, al servicio de determinado concepto de patrioterismo, la realidad es que deja a España con muchos mas problemas de cohesión estatal de cara al futuro de los que había cuando llegó.

En la política interior hay otra cuestión grave: después de las decepciones que generó el PSOE en su etapa final sobre la moral democrática, nuestro sistema político no es ni más limpio ni más transparente tras los Años Aznar .

Y a escala internacional, al optar por un seguidismo total de George Bush en todas las situaciones en las que existían diferencias de sensibilidad entre Europa y Estados Unidos, el todavía presidente del Gobierno ha logrado protagonismo personal mundial, pero deja nuestros intereses nacionales en la Unión Europea, ahora que llega el momento decisivo de la ampliación, en peor situación que la lograda por Felipe González.