Al expresidente Aznar le indigna que se dude de sus obligaciones para con Hacienda --que no son solo para con Hacienda, diga lo que diga la abogada Dolores Ripoll -- y ha presentado una denuncia ante la fiscalía general del Estado por "manipulación pública de datos fiscales", o sea, por revelación de datos tributarios. Habría que decir que el expresidente José María Aznar tiene razón, porque a los contribuyentes, a todos los contribuyentes, ¿incluidos los contribuyentes offshore ? les asiste el derecho a la confidencialidad fiscal. El problema, sin embargo, es que indignación y denuncia no concuerdan. Es decir, si la indignación es porque se duda de sus obligaciones para con Hacienda, ¿por qué la denuncia es por revelación de datos fiscales?

La única explicación es que el expresidente Aznar crea que los demás contribuyentes acostumbran a mirar el dedo cuando se les señala la luna, o como sea eso, que en este caso quizá sea al revés y haya que mirar el dedo precisamente cuando se señala la luna. Así, para saber a qué se refiere cuando dice que se duda de sus obligaciones para con Hacienda, basta con preguntarse qué o quién duda.

Como la respuesta no puede ser otra que la Agencia Tributaria, que es la que conoce la fiscalidad del expresidente José María Aznar , es lógico preguntarse a continuación por qué se duda y cómo se duda. Pues bien, se duda por irregularidades fiscales, que es la especialidad de la casa Cristóbal Montoro , y se duda multándole con 70.403,96 euros, más la liquidación complementaria (lo escamoteado), que en su caso ha sido de 199.052,19 euros. A eso es a lo que el expresidente Aznar , indignado, llama "manipulación pública de datos fiscales", aunque para Hacienda se trate de fraude fiscal, nada más.

Sí, da como vergüenza tener que explicar esto. Pero es que el expresidente Aznar , sabiendo que una noticia puede taparse con otra, ha presentado una denuncia por revelación de datos tributarios para tapar la noticia del fraude fiscal, muy dignamente. Y eso, más que creer que los demás contribuyentes acostumbran a mirar el dedo cuando se les señala la luna (o al revés), es creer que se lo chupan.