No sé por qué, cuando un colectivo apolítico se une para reivindicar un propósito digno, en el momento que vayan cogiendo fuerza aparecerán como de la nada los que quieren apropiarse del movimiento para poner sus siglas y colgarse las medallas. Pondré tres ejemplos. Hace décadas, cuando era estudiante, fuimos con dos compañeros más de clase al Gobierno Civil para declararnos objetores de conciencia. Rellené un impreso, con la fotocopia del DNI, mi firma y, ¡pim, pam, pum!, solucionado. Hubo borrón y cuenta nueva, y 30.000 objetores insumisos en toda España que nos libramos de jugar a los soldaditos. Luego se apropiaron del colectivo insumiso los que decían «la mili sí con ETA militar», estos fueron a las bravas y a muchos les tocó chupar cárcel por negarse a hacer el servicio militar. Llegaron tarde y cogieron el siguiente tren. El segundo: el colectivo de pensionistas lleva luchando varios años para asegurarse (y asegurarnos) unas pensiones dignas. Tienen diversas ideologías políticas pero están unidos para lograr un bien común. Ahora llegan los de las siglas políticas y les convocan a una huelga general. Ya han dinamitado al colectivo pensionista metiendo la zarpa donde no deben. ¿Por qué no les dejáis en paz? En tercer lugar, Greta Thunberg ha viajado en un catamarán eco-pijo para asistir a la cumbre del clima de Madrid. Un contaminante helicóptero le sigue de cerca por si sufre algún percance. No dudo de la buena fe en sus discursos, y que nos estamos cargando el planeta a golpe de talonario (todos somos culpables). Pero, ¿sabes, Greta, que te están convirtiendo en un producto de los que aborreces?