THta constituido una tradición que algunos adolescentes vascos hicieran la LOGSE en el instituto de la Kale Borroka y, a continuación, tras el examen de su expediente, pasaran por la Universidad Preparatoria de ETA para poder licenciarse en terrorismo. El licenciado en terrorismo de ETA, durante muchísimo tiempo ha gozado de un estatus envidiable dentro del abertzalismo, en el que se incluía su cuota de héroe potencial y de gudari efectivo.

El otro día, el ministro de Interior, expresó una de esas obviedades que pasan inadvertidas y que, en el fondo, son factores determinantes de profundos cambios sociológicos. Dijo Pérez Rubalcaba que, año a año, mes a mes, pasa cada vez menos tiempo entre la acción terrorista y la detención del autor, es decir, que aunque todavía se mantengan vigentes en algunos ambientes vascos, determinadas y repugnantes jerarquías de valores, el espacio temporal para disfrutar de ellas cada vez es más escaso.

Hay casos de chicos que comenzaron en la bronca callejera, ingresaron en ETA, y, en muy pocos años, han ingresado también en prisión. Un chaval de 17 años puede hacer la LOGSE de la quema de autobuses en dos o tres años, entrar en comandos de información y ayuda, poner una bomba a los 24 años, y convertirse en preso durante un periodo que va de los seis a los dieciocho meses.

Resulta una carrera muy larga para llegar a ser un delincuente de provecho. Y con escasas gratificaciones. Es como si a una chica le hicieras estudiar en la Politécnica y, luego, sólo pudiera ejercer de ingeniero dos, tres o cuatro años.

Contando, además, que,en el cielo de los terroristas, no hay huríes para los chicos, ni barbados y amables profetas para las chicas, porque el residuo marxista no lo permite, el asunto de la recluta está cada día más difícil, y se ha bajado la nota media de admisión.