THtoy me gustaría hablar en nombre de los miles de parados de este país, pido disculpas si es atrevido, que lo es, pero lo hago porque una amiga en esa situación me lo ha pedido, y me ha dado esa alternativa.

Me gustaría, en medio de esta especie de mercadeo de puestos, de silbidos, de desprecios por adversarios políticos, hacer una reflexión sobre el debate que nos incumbe a todos: el modelo productivo, el paro, las listas de espera, el terrorismo islamista, la separación del país. Todo aquello que nos incumbe cuando nos levantamos por la mañana, y qu tanto se está obviando en lo que se postula como una investidura para presidente del gobierno, cansina, despectiva, maniquea y con ausencia de pulso real de la calle. Es el eterno debate de siempre de la democracia representativa, elegimos a unos, y nos deciden otros.

Por esto conviene ser, esencialmente, tan respetuoso con las dialécticas utilizadas para despreciar al adversario político, e incurrir en la falta de respeto hacia sus votantes. Este país tiene una democracia, imperfecta, sin duda, pero está ahí, y necesita, no tanto reflotarla, como vivirla desde el sentido más libre y tolerante. Por esto, la disposición al debate del nuevo gobierno ya no es cosa de disquisiciones del pasado, sino de pronunciamientos sobre a lo que nos enfrentamos, con una grave crisis económica, con un marco macroeconómico, en el que no decidimos, ni desde España; y una estrategia geopolítica, que nos circunscribe a Europa, y no a latitudes que ya dejamos atrás en modos y maneras.

Por el espectáculo de muchas señorías, parece más bien, una que ha conocido bien el Congreso, todo un postureo de maneras y formas, pero que nada tienen que ver con el verdadero sentido de esa función. Aquella que les obliga a legislar, y no parapetarse en escenas y fotografías que no legislan, sólo significan. Pues poco ya, una vez que se han asentado, se ha vuelto a oír sobre pensiones, salarios, privilegios y aforamientos. Sobre renuncias inmediatas a salarios altos, que cuadriplican el salario mínimo, ni siquiera iniciativas y escritos de requerimientos al uso.

XDESPUES DEx esta, aún, algarabía, menos mal que siempre queda esa sociedad civil, esos ciudadanos que bien temprano se aprestan a ir a sus puestos de trabajo, con salarios, demandados, según dicen, por la crisis, y situaciones laborales no siempre favorables. Que ni cambian, ni se esperan que cambien. Porque esos gobiernos, ex novo, en la forma, y de incógnitas en el fondo, aún no han sido capaces de romper las barreras de la macroeconomía en favor de los ciudadanos. Han resuelto pasar de esa sociedad civil, a la sociedad política programada, obviando que la otra es resultado más auténtico de la democracia.

Esperemos, por tanto, que el debate deje, y esto sí que es antiguo, cosa del reparto de unos pocos, y tenga más que ver con el futuro de todos. Es aquella famosa frase de la representación de la historia, por unos cuantos, en detrimento de la mayoría. Requiere madurez, sin duda, y algo más de perspectivas histórica. La democracia representativa es aquella que representa el sentir, y no la que interpreta el sentir, y mucho menos, la que es erigida en la decisión de unos pocos, con la confianza del resto.

No cabe duda.