WLwa decisión del Tribunal Supremo de Ucrania de anular las elecciones y repetir la segunda vuelta el 26 de este mes es un triunfo de la oposición democrática y proeuropea de Yuschenko y una humillante derrota del jefe del Estado saliente, Kuchma , y su valedor Putin , que defendían la reanudación de todo el proceso electoral. La histórica resolución judicial alimenta las esperanzas de una salida pacífica de la crisis, pero no modifica el desafío geopolítico y el dilema democrático que enfrentan a Rusia y sus aliados en Kiev con la UE y EEUU. La amenaza separatista, a flor de piel en el oriente rusófilo de Ucrania, y la resistencia de la nomenklatura excomunista aferrada al poder forman una extraña amalgama en un país unificado a la fuerza por Stalin y completado con el regalo de Crimea por Jruschov . Un pasado que pesa como una losa. La Unión Europea y Estados Unidos afrontan el mismo dilema: preservar las buenas relaciones con Moscú o hacer todo lo posible para proteger la naciente democracia en Ucrania. Una disyuntiva que tiene también carácter geopolítico: aceptar las injerencias rusas o advertir a Putin de que la libertad y la independencia no son negociables. Está en juego el futuro de una Europa emancipada y democrática, incluida Rusia.