WMw iles de tubos de pasta de dientes con una marca conocida --Colgate--, pero que contiene un producto, el dietilenglicol, que es considerado tóxico han estado circulando, y quién sabe si todavía circulan, por tiendas de ´todo a cien´, hoteles, aviones y hospitales. El dentífrico también ha sido detectado en la región, a raíz de que este periódico lo encontrara sin dificultad en tiendas de Cáceres, Mérida y Badajoz regentadas por comerciantes de origen asiático. A partir de esa información, la Dirección de Consumo de la Junta ha hallado más de mil tubos en dos almacenes de Plasencia y Jerez, y continúa la búsqueda por establecimientos minoristas.

Los análisis de los especialistas coinciden en señalar que el producto tóxico encontrado en el dentífrico, aunque en concentración más alta de lo esperado, solo produce efectos preocupantes si se ingiere en cantidades inusuales, de tal manera que para que un niño sufra trastornos por ello debería literalmente comerse el contenido de pasta de un tubo grande, y que por esta razón el director de Consumo de la Junta, Pedro García Ramos, enfoca este asunto más como un fraude que como un producto peligroso para la salud.

A pesar de ello, y admitiendo que es realmente difícil que alguien pueda intoxicarse consumiendo este producto, no es un asunto menor: bastaría para no serlo el tener en cuenta que ha producido una considerable alarma, y lo pone de manifiesto la relevancia informativa que está teniendo en todo tipo de medios de comunicación.

Pero es que, además, hay otras circunstancias que no dejan que se eche en el olvido el tema de este dentífrico desconocido. Es cierto que la seguridad para el consumidor no es absoluta, como nada lo es en materia de seguridad, pero ningún ciudadano puede admitir que entre los componentes de la pasta de dientes, que es un producto de higiene y que roza, y a veces lo es, un producto sanitario, lleve un componente que se utiliza como anticongelante, que se le conoce por su toxicidad y que ha sido el responsable de centenares de muertes en los últimos años en países africanos. Solo la presencia del dietilenglicol pone de manifiesto que esa pasta de dientes no ha pasado los controles preceptivos. Y si no lo ha hecho, el consumidor no puede estar tranquilo con la labor inspectora que han hecho las autoridades sanitarias. Porque lo que se deduce de este caso es que hay circuitos de distribución de mercancías y productos que no controlan. Eso es lo que inquieta. Y no ayuda precisamente a atemperar la inquietud el que, después de los tubos en los que pone Colgate haya aparecido otra marca --Spearmint-- también de pasta de dientes contaminada. Y que la primera proceda de Suráfrica y de otros países de ese continente, mientras que la segunda venga de China. Y que estén extendidas por numerosas comunidades autónomas y circuitos de consumo.

De otra parte, tampoco ayuda a la tranquilidad del consumidor que la marca Colgate, que se encuentra entre las más extendidas en el sector de los dentífricos, haya escurrido el bulto hasta ahora y no haya hecho ni el más mínimo comentario que clarifique qué está pasando con un producto que parece que es suyo. Los ciudadanos deben saber si la crema ´made in Suráfrica´ tiene algo que ver con la que se elabora en Europa y que consume diariamente.