Estamos en una época en la que el único motivo de movilización de la masa social es la lucha por las libertades. Hasta ahora, la libertad era entendida por algunos políticos como libertad de oportunidades, sin saber demasiado bien si estas eran en pro del bien común o de la pobreza humana. Ahora bien, cuando la libertad se enfrenta a situaciones incómodas como el derecho de escoger escuela, se opta por el monopolio. En nombre de la igualdad, se eliminan los conciertos escolares y las libertades de los padres a elegir una escuela u otra; se segregan escuelas, por razones de bolsillo, entre privadas y públicas, y todo esto hace que se agrave todavía más la diferenciación social. Parece que el foco no sea la mejora de la calidad de la enseñanza, sino una poderosa herramienta de control social, un intento de uniformizar unilateralmente la educación con criterios políticos e ideológicos. ¿Será que la libertad de escoger solo quedará en manos de quienes puede ir a una escuela privada? Lástima que todos los que se llenan la boca hablando y luchando por la libertad estén ocupados en laminar las libertades individuales de los ciudadanos, limitando la elección de los padres sobre el modelo educativo que quieren para sus hijos. Se publican decretos limitadores sin más, ¿y son capaces de hablar de una república de libertades? Queremos vivir en un país sin segregración escolar. Por eso, habría que repensar un modelo de financiación donde elegir escuela fuera un derecho de los padres, no una imposición del gobierno autonómico. Si la concertada fuera gratuita, todo el mundo podría escoger su modelo educativo. Elegir escuela no es ni tendría que ser un privilegio.