El Parlamento, prácticamente por unanimidad --sí, por una vez y sin que sirva de precedente, el PP y el PSOE han votado lo mismo, no se sorprendan-- ha instado al Gobierno a investigar económicamente los clubs de alterne y los bares de carretera en los que se ejerce la prostitución y que constituyen uno de los mayores y más sucios negocios de la hora actual y, posiblemente, una de las mayores tapaderas del tráfico y la trata de personas en España. Ya era hora.

La Comisión Mixta Congreso-Senado de los Derechos de la Mujer reclama, además, que se extreme la persecución de los proxenetas y que el Gobierno elabore un plan contra la explotación sexual que incorpore no sólo medidas contra el tráfico de mujeres sino otros dirigidos a disminuir la demanda de prostitución y a favorecer la integración social de estas personas.

No vienen en pateras, sino en avión o en coche. Cada día llegan a España decenas de mujeres, muchas casi niñas, casi siempre engañadas con un supuesto trabajo, que acaban siendo prostituidas y que no pueden abandonar hasta que pagan las deudas pendientes con las mafias que las controlan, en muchas ocasiones, bajo amenazas de muerte o de daños a sus familiares en el país de origen. Las que trabajan en esos siniestros clubes de carretera, casi siempre con las persianas cerradas y una sensación de cárcel de la que no pueden salir, son traspasadas , al cabo de cierto tiempo, a otro centro de explotación porque hay que renovar el material . El Informe de la Comisión Mixta del Parlamento español concluye que la prostitución y el tráfico de personas son una sola cosa y que de ello no se benefician prácticamente nunca las mujeres, sino quienes las explotan, las utilizan y, después, las venden. PSOE, PP, CiU, PNV y Entesa Catalana del Progres han firmado una cincuentena de recomendaciones y propuestas. Enhorabuena, señores diputados y senadores. Decisiones como ésta, que no buscan votos de nadie, son las que hacen pensar que la política sirve para algo más que para el insulto y el enfrentamiento. Todas las mujeres, especialmente ellas, tienen derecho a la libertad, a una vida digna, a no ser un mero objeto sexual, a ser tratadas como personas... Todas. Pero especialmente aquellas que son obligadas a vender su cuerpo para sobrevivir, a soportar esa indignidad sin salida posible.