El creciente desarrollo del mercado de los juegos de azar en internet ha modificado no solo la forma de jugar sino también el problema de las ludopatías tal y como se conocían hasta ahora. Sin perder de vista que el uso compulsivo y sin límite de las máquinas tragaperras continúa siendo la principal adicción y causa de problemas de salud mental, investigaciones como las de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge de Cataluña alertan del aumento de las personas enganchadas al ciberjuego.

La nueva ley del juego establece un marco más seguro y regulado para el sector y sus clientes, a la vez que intenta cerrar el paso de los menores, pero no logra frenar la subida de los transtornos adictivos al juego digital. Este repunte no hace sino poner a los especialistas ante el desafío de examinar detenidamente las variables de la ludopatía creadas por la irrupción de internet. De hecho, los expertos en salud mental anuncian que en los próximos años emergerán más casos de varones en los que el problema tarda entre seis y siete años en aflorar.

Al pasar de ser juegos presenciales a ser virtuales, en soledad y con la ayuda de los últimos soportes tecnológicos, también se ha transformado el perfil de la persona adicta (más joven y con estudios universitarios) por lo que el enfoque para superar la dependencia necesitará reajustes. Las motivaciones y los impulsos tampoco son los mismos en todas las franjas de edades, una característica ya típica de los ludópatas. Para los expertos queda el debate sobre si la adicción a internet y a los juegos on line es la misma o si, en cambio, se computan por separado.

Pero la realidad sí que destapa una desigualdad en las políticas de prevención, en las campañas e incluso en el misma atención médica y asistencial cuando se trata de alcohol y de fármacos o cuando se habla de ciberludopatía. La protección de los menores y de los adultos más vulnerables debe ser una prioridad en la información, así como en la tarea preventiva ya desde la escuela.

La educación en el uso responsable de todo aquello que nos ofrece la red, ilimitado, así como el ejercicio sobre su coste material --escondido tras el uso fácil de las tarjetas de crédito-- son claves para impedir que se cruce la frontera. Una responsabilidad que debe ejercerse en la publicidad de los operadores online y en el mensaje social ante el dinero fácil.