WEw n el día en que los escolares extremeños inician el curso es oportuno reflexionar sobre el sistema educativo de nuestro país a partir del informe ´Panorama de la Educación´, auspiciado por la OCDE, y que ha sido difundido en los últimos días. La conclusión final de dicho documento indica que, aunque nuestro sistema educativo avanza lentamente hacia su normalización respecto de los países más desarrollados, todavía arrastra viejos problemas. El dato más claro que va en esa dirección es el que muestra que el talón de Aquiles español está en la formación media, y particularmente en la formación profesional. Eso explica el lacerante 44% de titulados universitarios o de FP superior que están empleados en puestos inferiores a su preparación y que, en consecuencia, cobran menos de lo que deberían y su desarrollo profesional es siempre limitado frente a las expectativas iniciales. La estadística cobra su auténtico significado al compararla con la media de la treintena de países de la OCDE, que está situada en el 23%, es decir casi en la mitad.

Hay muchas razones que explican el fenómeno, desde el histórico desprestigio social que ha arrastrado en España la Formación Profesional hasta una visión distorsionada por las familias de la universidad como escalón social para sus hijos. Pero lo cierto es que mientras la tasa española de diplomados superiores, entre universidad y FP, es equiparable a la media de la OCDE, solo el 22% de la población dispone de estudios del nivel del bachillerato, la mitad otra vez que en nuestro entorno. Esa distorsión es altamente reveladora del problema central. Hay que introducir reformas en el sistema, sobre todo en lo que se refiere a la formación media, pero no únicamente. Es muy llamativo que la universidad española tenga ese atractivo para los estudiantes y que ninguno de nuestros centros figure entre las primeras 200 mejores universidades del mundo. No es que no sepamos hacerlo, es que no hemos encontrado el camino. El hecho de que dos de nuestras escuelas de negocios disputen cada año los primeros puestos del ranking internacional lo demuestra.

Estos tiempos de recortes presupuestarios no son los más propicios, aun sabiendo que la fórmula para salir de la crisis de forma sólida es justamente la inversión en educación. José Luis Rodríguez Zapatero aseguró días atrás en el Congreso que los recortes de los presupuestos del 2011 no afectarán a la educación, y que el Gobierno impulsará mejoras, en especial en la formación profesional y en la educación de grado medio. Medidas en ese sentido redundarían en la formación de los profesionales que necesita el país y aliviarían la presión sobre las universidades, que en consecuencia podrían ganar en calidad. En cualquier caso, un problema cuya solución tardará años.