Profesor

El hombre, tal y como lo hemos conocido hasta ahora, está en trance de desaparecer. Y lo malo es que no sólo se lleva a cabo esta tragedia ante la indiferencia del público, sino que mucha gente la aplaude. Nunca se habrá visto cosa parecida. Sale un ecologista asegurando que el buitre leonado está en trance de desaparecer y a los dos segundos se han creado varias asociaciones para la defensa del buitre leonado. Comprueban que solamente quedan centenar y medio de linces ibéricos y antes de que termine el recuento ya han puesto el grito en el cielo todas las asociaciones ecologistas del mundo y Greenpeace ha colgado un crespón negro de algún mástil. Pues resulta que el macho ibérico, ese hombre grandioso y poderoso, está en franca regresión y no es que no aparezca ninguna asociación en su defensa, ni que Greenpeace no cuelgue ningún crespón en un monolito en forma de falo (que sería un símbolo bien claro de su poderío y sus intereses), es que casi todo el mundo se alegra de ello.

Para colmo, las hembras reproductoras de machos ibéricos están desapareciendo, pues ya se sabe que algunas mujeres han hecho por el macho ibérico, mediante la educación de hijos e hijas, mucho más que los más ilustres machistas. Ahora, aún se les cae una lagrimita cuando ven a su hijito cosiendo unos botones mientras su nuera se va a tomar unas copas.

Su desaparición conlleva una gran pérdida. No volveremos a oír aquella voz potente que imponía silencio y hacía temblar las piernas infantiles. Esa mirada que bastaba para hacer callar o moverse. Aquel gruñido ininteligible que significaba que las alubias con chorizo estaban buenas. Vestía con esmero y cuando sus trajes comenzaban a envejecer pasaban a sus hijos. Tenía la exclusividad de los bares, de los acosos sexuales, de la iniciativa y el placer sexual, del poder económico, político y social. Bueno, pues estamos a punto de perder ese patrimonio. El hombre ya no come alubias con chorizo, sino espaguetis. Y si pide un pescado puede ser motivo de lapidación. Mientras él compra las prendas en el mercado franco, sus retoños visten ropas de marca. Llega a casa y solamente sale a recibirle el perro. Apenas ha entrado y nadie tiene consideración ni piensa que puede estar cansado. "No te sientes en el sillón que tienes que traer unas hamburguesas". Y además: "Papá, como vas a salir, cárgame el móvil". Y encima, en las listas para concejales hay cuotas para mujeres y pronto las habrá para homosexuales. Para mayor tragedia, sus hijas dicen tacos más grandes que los suyos.

El hombre se resiste a desaparecer y procura mantener una cuota de poder y algún lugar o tarea a través de la cual mostrar su privilegio. Me refiero al sillón y al mando a distancia. Aun así tiene verdaderos problemas para que no le cambien el telediario por una serie de imbéciles americanos, de una lista de cantantes clónicos o de un programa de escándalos. ¡Resiste tío, que cada día quedáis menos!