Podemos se está descomponiendo. Pero no el Podemos de Unidos Podemos, que agrupaba en torno a sí a decenas de agrupaciones, partidos y grupúsculos más o menos organizados. No, ese Podemos no (aunque puede que también), sino el Podemos primigenio, el original, el verdadero, el que utilizó la cara de Pablo Iglesias como logotipo en las papeletas de las últimas elecciones al parlamento europeo. Ese Podemos es el que se está desbaratando y separando en partes. Pero no porque existan discrepancias ideológicas sustanciales, sino por los choques personales, las luchas de poder y esas miserias, tan humanas, de la política, de las que sus dirigentes siempre dijeron estar muy alejados.

El invento apenas les han durado 5 años. Tras la apariencia de unidad, que ya comenzó a resquebrajarse en los prolegómenos de su último congreso, se escondían ambiciones individuales, ansias de mando y luchas soterradas. Y esto viene a confirmar que, los que se autoproclamaban adalides de la nueva política, no eran más que una copia inmadura de la peor vieja política.

Como su particular juguete estaba dando signos de avería, cada uno de esos que antes le lamía las suelas al líder, anda ahora armando, a toda prisa, novedosos cachivaches, para montar su propia performance, y así poder sobrevivir a la previsible hecatombe.

Pero todos ellos persiguen lo mismo. No existen diferentes propuestas, y sí distintas estrategias para engatusar al respetable y colarle un ruinoso y tiránico modelo de sociedad, basado en el socialismo real, que ya se sabe a lo que ha llevado a Venezuela: a ser una nación hundida en la miseria, el hambre, la pobreza, el liberticidio y el crimen.

El pecado original de Podemos está en sus esencias, referencias, compañías y objetivos. Por eso, aunque ahora todos veamos que su barco naufraga, hay que tener claro que la descomposición anidaba, desde un principio, en el alma de la formación. Porque la descomposición empieza por la putrefacción ideológica y la corrupción moral. Y de eso, el núcleo fundador de Podemos, nunca anduvo escaso.