Escritor

Estaba muy descontento de sí mismo. Todo el mundo creía lo contrario y se decían de él verdaderas causas admirativas.

Cuando llegan los carnavales sufre una transformación muy profunda, y se transforma en lo que usted quiera. El año pasado se vistió de tía buena, y trajo de cabeza a todos los reprimidos de la ciudad. No se habían visto hechuras como la de aquella hembra desconocida.

Cuando por la mañana en el vermut oía estas aseveraciones, él se quedaba sobrecogido y preguntaba a sus interlocutores:

--¿Y se sabe si es de buena familia?

Y sus interlocutores quedaban mudos:

--Hombre, contonearse se contonea como las Garrido, pero no podemos asegurar que sea una de ellas. Además, se comenta que si te pones al lado de ella, te quedas mudo. No sabes qué decirle. Casi se puede asegurar que va en tanga, que es un cambio muy profundo en Badajoz desde que los jesuitas impusieron la braga de talla en las conferencias cuaresmales. Por ejemplo, doña Araceli Spínola se asegura que es una sesenta y seis.

El asistía a estas conversaciones y sufría de lo lindo. Llegó a gustarse sufriendo. Incluso lo descubrió siendo máscara. Leyendo el ABC también, pero de máscara sufría un dolor que le producía el mismo placer que cuando salía de su casa enmascarado y la esposa lo despedía hasta que doblaba la esquina. A veces con la esposa haciéndole así con la mano, pasaba un automóvil con los bafles a todo trapo y se oían frases muy fronterizas, como te voy a follar , so guarra , y lindezas de esta estirpe, que lo ponían muy tenso y después muy relajado. Se puede decir que lo que hacía era una medicina de incalculables repercusiones que echaba de menos a lo largo del año. Pero de éste no iba a pasar. Y así se lo dijo a su esposa:

--Lo siento, Ramona, pero yo soy una hembra.

Y la esposa le contestó:

--Menos mal que lo reconoces, aunque sea tarde. Celdrán pretende ser Quevedo.