Apurando las últimas horas del 2018, me di de bruces con la Nochevieja del 2019. Había pasado un año desde que habíamos despedido el año par y estábamos ya a las puertas del 2020. Uff, cómo pasa el tiempo, me decia yo mientras miraba a mi alrededor, con la derecha de nuevo gobernando este país y los socialistas maldiciendo tanta buena fe y propósitos con los independentistas, el principio de su fin de entonces. Había transcurrido 2019 entre los vaivenes de esa política que cada vez importa menos a los ciudadanos de a pie y habíamos conseguido que, por fin, los asesinatos machistas hubieran descendido a los peores registros de la década. Las campañas y, sobre todo, la educación habían logrado que la lacra fuera menor aunque no estuviera erradicada. En el 2020 había que seguir trabajando para conseguirlo.

También el hospital de Cáceres, esa obra interminable, ya estaba por fin dando servicio y mis amigos habían mejorado en su vida laboral. Diego ya tenía su tienda familiar de bicis viento en popa antes de jubilarse, mi mujer había logrado que por fin su sueño de abrir un restaurante en la plaza Mayor fuera realidad mientras los sufridos vecinos veían cómo por fin el centro de Cáceres se convertía en un verdadero centro turístico con vida por todas partes, plazas reformadas para las familias y visitantes y una oferta de ocio digna de una capital europea de la cultura. Afortunadamente, habían llegado el dinero y las inversiones a la única industria real que tendrá siempre la ciudad.

Y para mayor alegría, Extremadura ya tenía su anhelado tren rápido, AVE o como lo quisieron llamar para no darnos lo que al resto de España durante años, donde este medio de transporte fue del siglo XIX y no del XXI en nuestra tierra. Ah, y esta vez hubo que manifestarse en el 2019, pero para realizar una gran fiesta de bienvenida al nuevo tren al estilo ‘Bienvenido, Mr. Marshall’. Y las vías se llenaron de gente con banderas de Extremadura y asistieron de nuevo todos los políticos, de un lado y de otro, que habían sido responsables de que la infraestructura no fuera una realidad en la región hasta el 2019.

Todo lo que les he contado tiene algo de mentira y de verdad porque mañana será 1 de enero del 2019 y quedará un año por delante para pelear, trabajar y luchar por una sociedad mejor. Cuando brinden esta noche, pregúntense qué estarían dispuestos a hacer para que así sea.

* Periodista