TEtspaña está en cabeza de la Unión Europea en crecimiento económico, lo que aumenta con fuerza nuestra demanda de productos del exterior. En cambio, nuestros principales socios comerciales crecen menos que nosotros, y su demanda de productos españoles no crece igual.

Tampoco crecen mucho las exportaciones fuera de la Unión Europea, encarecidas por el fortalecimiento del euro en los últimos años. Además, desde el año 1997 la inflación española ha crecido más del doble que la de países como Francia o Alemania, por lo que nuestros productos pierden competitividad.

Por estos motivos, entre algunos otros, las importaciones aumentan más que las exportaciones, lo que está causando problemas serios de equilibrio comercial con el exterior.

Un factor básico para compensar este déficit es el saldo por el turismo. Pero, pese a un cierto aumento del número de turistas en lo que va de año, los ingresos por turismo llevan tiempo sin crecer en términos reales, mientras que los pagos por turismo (gastos en el exterior) crecen con una mayor fuerza. El superávit turístico reduce así su potencial para compensar realmente el déficit comercial.

Hace años, un panorama como este habría desencadenado un proceso de depreciación de la divisa española. Pero ahora ya no hay peseta, y no recuperaremos competitividad con los socios de la Unión Europea por esta vía.

Por otra parte, la moneda europea no lleva trazas de depreciarse, al menos muy pronto. Solución: mejorar el diferencial de inflación con los socios de la Unión Europea y la productividad de la economía española.

Sin divisa que devaluar, el desequilibrio con el exterior no se podrá sostener.

* Catedrático de Economía