El término «desescalada» es motivo de discusión. Una discusión feliz, por supuesto, como prueba el que se alterna por igual con las bromas sobre las fases de la propia desescalada («¿Qué se puede esperar de un país que está esperando llegar a la fase 5 para empezar a hacer rimas?», dicen en Twitter) que con la displicencia con que se trata a quienes advierten de un posible rebrote de la epidemia, que no son tachados de agoreros sino de «hombres de poca fe» o de «quisquillosos», dos opiniones oídas en la cola del pan. La discusión se da entre: a) quienes defienden el término «desescalada» porque sí, es decir, sin más argumento que remitiéndose al argumento de autoridad -«pero si lo dice el Gobierno, coño»--, y b) quienes lo critican porque no entienden que se denomine así, ya que «con la epidemia no se ha escalado nada, para tener que desescalar ahora», le decía ayer un vecino a otro, de balcón a balcón, después del aplauso.

Si la denominación «plan de desescalada» hubiera sido cosa del Gobierno podría preguntársele qué tenía de malo «plan de desconfinamiento», por ejemplo. Pero la denominación es de la OMS, que lo hace todo en inglés, idioma que sí conjuga «desescalar». Y dado que la OMS entiende la desescalada en términos epidemiológicos -escalada fue la del virus, por el aumento y la rapidez con que se propagó--, es lógico que denomine «desescalada» al estado de propagación actual, en razón de la disminución y lentitud. O sea que quienes están a favor del término «desescalada» no es que tengan una idea alpinista de la epidemia, en tanto que la escalada habría sido la de las cifras -de contagios, de muertos-- hasta llegar al pico. Sin embargo, se comprende que haya quienes prefieran «escalada» en lugar de «desescalada», y que lo justifiquen por la impresión claustrofóbica del confinamiento, algo así como una experiencia de zulo: entienden que ahora se empieza a escalar hacia la normalidad, como quien escala desde un pozo, más o menos.

Pero la denominación importa poco, en realidad. Se discute sobre eso, desescalando, para no tener que escucharse unos a otros la experiencia, ahora que hay tanto que contar. Una discusión higiénica, por supuesto.

*Funcionario.