La empresa para la que llevaba 13 años trabajando me despidió el 29 de febrero. Me rescindió el contrato unilateralmente. Como solo me había hecho un contrato mercantil, no ha necesitado ni notificármelo por escrito. Las razones que alega tampoco las cumplen muchos de mis compañeros de oficina, y a estos no se les ha rescindido el contrato. Tenía una cartera de clientes fruto de mi trabajo durante todo este tiempo que ahora queda en poder de la compañía. Pese a mi contrato mercantil, he tenido que estar sujeta a horarios y a reuniones, se me ha obligado a ir a cobrar en efectivo a clientes, y todos los gastos salían de mi bolsillo. Cuando nació mi hija, no tuve derecho a los cuatro meses de baja. En 13 años, cada mes, cuando recibía la liquidación de mis comisiones se me restaba entre el 15% y el 18% del IRPF, dinero que va a las arcas del Estado. ¿Qué derechos tengo ahora?: ninguno. Ni finiquito, ni indemnización, ni paro. ¿Cómo es posible que una persona con un contrato mercantil quede tan desamparada? ¿Por qué el Estado permite que haya este tipo de contratos?

Mónica González **

Correo electrónico