Lo que hasta ahora venía siendo una práctica esporádica dentro del tejido empresarial extremeño, que comprendía períodos vacacionales cortos, amenaza con convertirse en moneda de cambio en determinados sectores productivos, caso de los servicios o la construcción. Y es que durante el pasado mes de agosto se realizaron en Extremadura un total de tres mil despidos que se pueden catalogar de fantasmas, cuyo modus operandi consiste en dar de baja a los trabajadores a finales de julio para volver a contratarlos en septiembre, con lo que durante un mes la empresa se ahorra los costes sociales y el pago de las vacaciones.

Los sindicatos, en este caso la central mayoritaria UGT, ya han dado la voz de alarma sobre una actividad fraudulenta, que cobra mayor relevancia por el alto número de despidos veraniegos que se han registrado este año en nuestra comunidad, fruto del simple cruce de datos entre las estadísticas del Ministerio de Trabajo y la Seguridad Social. Al margen de lo que tienen de condenable acciones de este tipo por parte de empresarios con pocos escrúpulos, los desajustes que actuaciones así generan en el mercado laboral implican incluso una distorsión real de cualquier estadística de empleo, en unos meses, los de verano, ya de por sí inestables laboralmente.