Reconozco que tengo cierta animadversión por los vocablos anglosajones (no por esa gente, quede claro..., ni por la de ningún país del planeta, por supuesto) y por su utilización generalizada entre la gente joven especialmente y por las administraciones plagadas de horteras del país. Es raro que no nos encontremos con algún vocablo anglosajón tanto en las noticias de la TV como de cualquier medio que nos impide saber de qué va la cosa a los que no sabemos inglés…, ni tenemos ninguna intención de aprenderlo ya, preferimos seguir intentando aprender un poco mejor el castellano. «No saben inglés, no se enteran», parece ser el lema actual para el adoctrinamiento. Pero...

El título que empleo en este escrito está recogido de una de las viñetas de Forges, sencillamente, porque viene al pelo con lo de la famosa cláusula suelo utilizada por la banca que ha sido revolcada por la justicia europea, que, ¿cómo negarse a reconocerlo? Nos ha estado «desplumando» durante muchos años con triquiñuelas de este tipo y otras peores. Pero ahora la justicia española y los gobernantes no deberían conformarse con que la banca devuelva lo sustraído. Sería como perdonar a un ladrón si devuelve lo robado; pues, por esa regla de tres, todos nos haríamos ladrones y a vivir: «si me pillan, lo devuelvo y en paz y con Dios; y si no me pillan, me lo quedo y a disfrutarlo». ¿Porque cuánto tiempo han disfrutado los banqueros con nuestro dinero y cuántos intereses les ha supuesto lo sustraído? Sería muy injusto. Ahora la banca debería ser obligada no sólo a devolver lo cobrado de más, sino a indemnizar a los clientes a los que ha estado estafando, pues esos dineros podrían haber servido en muchas familias para recoser agujeros que desde que iniciaron su hipoteca se han ido agrandando sin poder hacer nada para remediarlo. Y, por descontado, las devoluciones deben ser de oficio y sin tener que plantear ningún litigio, puesto que está tan claro que es axiomático lo que ha estado pasando y no hace falta que ningún juez se tenga que molestar ni acarrear un trabajo excesivo y un gasto extra a la ya tan saturada Administración de Justicia.

En un estado de derecho, el desplumator people bank se tiene que ir acabando sin más ni más.