Licenciada en Derecho

Familiares y víctimas del terrorismo extremeñas han recibido La Encomienda de la Real Orden de Reconocimiento Civil, distinción con la que se quiere rendir homenaje a aquellas personas que han sufrido en sus carnes la barbarie terrorista. Este galardón es fruto del devenir dramático de unas gentes que han sido marcadas por la estrategia macabra de una organización criminal. Conozco a algunas de estas familias y, sin duda, manifiesto sinceramente mi admiración por su capacidad de adaptación a esta sociedad a pesar de..., quizá por esto su homenaje sea ante todo un acto de justicia. Quisiera hacer apología de solidaridad con todas estas familias, una apología que llegara hasta tal grado de compromiso que nunca se sintieran solas, especialmente frente a aquéllos que durante años han querido verlas agazapadas en su miedo y en su sufrimiento. Los mismos que la emprendieron contra ellos, bajo el fuego de sus pistolas.

A estas gentes nadie les ha dado nada, y les han arrebatado todo --un padre, un marido, un hermano--, sin mayor piedad, y con muchas deudas pendientes: juicios que se eternizan y culpables excarcelados. Quizá sea por esto por lo que la sociedad deba guardar el mayor de los abrazos hacia las mismas, singularmente, cuando conocemos que su horror es tan atemporal, que durará siempre. Quizá sea por esto por lo que no debamos olvidar ni los crímenes cometidos contra ellos ni a sus víctimas, bajo el falso planteamiento de mirar hacia otro lado. Sería la mayor de las deudas que contraeríamos hacia gentes como Manuela Orantos, José María González, Francisco López, Antonio Guerra o Antonio Felipe Gómez, entre otros, y es que nunca debe ser el tiempo la excusa para no hacer justicia.