THtay una programa de la BBC llamado Cash in the Attic ("Dinero en el desván"), en el que unos señores se cuelan en tu casa, revuelven cajones y estanterías y encuentran tesoros muchas veces impensables que luego son vendidos en una subasta. A veces, unos pequeños cuadros supuestamente sin valor que alcanzan sumas de miles de euros.

Otras veces una colección de viejas postales que hacen las delicias de algún friki sin problemas económicos. Incluso un viejo oso de peluche, convenientemente restaurado. Y es que la nostalgia vende. Lo vintage y lo retro (aclaración terminológica: lo primero es lo realmente antiguo, lo segundo es algo moderno que imita lo antiguo) está de moda y los recuerdos de viejas épocas son más rentables.

Esto es así por culpa de la crisis y la incertidumbre. En épocas como las que nos ha tocado vivir somos más propicios a dejarnos engatusar con objetos, olores y sabores que nos trasladan al pasado. The good old days, diría el señor de la BBC. Los mercadillos de segunda mano y de antigüedades se han convertido en destinos turísticos de primer orden. Lo viejo no es sólo guay, también es ecológico, nos hace sentir bien. Antes la vieja máquina de coser de la abuela era un estorbo polvoriento. Ahora es hipster, es lo más de lo más. Les recomiendo que suban al desván, o que bajen al trastero, y echen un vistazo crítico a sus enseres. Dejen la mente abierta.

Me permito recordarles el caso de una señora de Virginia que rebuscando en su cobertizo, junto a una vaca de plástico y una vieja muñeca que llamaron mucho su atención, se encontró con un pequeño cuadro. Dispuesta a desmontarlo para conservar el marco dorado, y cuando estaba a punto de descartar la pinturilla, su madre le dijo que lo llevara a un especialista. Y resultó que la pinturilla era Paysage bords de Seine de un tal Auguste Renoir pintada en 1879 y valorada en más de cien mil dólares. La señora lo había comprado por siete dólares junto a la vaca de plástico y la vieja muñeca. Con lo cual, nunca se sabe lo que uno puede encontrar entre sus cacharros.

Twitter: yosergiodaniel