pDISPUTA POR LA INDUMENTARIA

nLa corbata y el

Congreso N

***Pedro Piqueras

***Badajoz

mPor supuesto que es una opinión y por ello me atrevo a proponerla. Considero que un político, servidor de la sociedad, cuando acude al Congreso de los Diputados ha de llevar corbata de la misma manera que otros profesionales se ponen una indumentaria que muestra respeto por su profesión y por el cliente al cual sirven, me viene a la cabeza el caso de un peluquero, de un carnicero, del maquinista de RENFE, etc.

Creo que hay muchos que opinan como yo: a un político sin corbata, más si se trata de un ministro, no acabo de darle credibilidad, de igual manera que desconfiaría de un párroco que viste de lagarterana cuando está en su parroquia, o un médico que me reciba en su consulta en bermudas y camisa hawaiana. A mi entender, el vestido ha de ser considerado, en comparecencia pública, no tanto un uniforme como un signo de respeto a nuestro interlocutor. A pesar de todo y sin pretender entrometerme en un debate tonto de verano como el iniciado por nuestro ministro de Industria, me parece que no constituye ninguna tragedia que Sebastián pase un poco de calor en el hemiciclo si quiere combatir el cambio climático sin menoscabar el decoro al que el cargo le obliga. Eso sí, no solo llevarlas sino también pagarlas.

pTRAGEDIA EN OSLO

nEl futuro de Breivik N

***David Cáceres

***Correo electrónico

mPuede que haya un planteamiento que me ayude a encajar lo que ha pasado en Oslo, pues me supera el hecho de que un solo individuo pueda llegar a matar, uno por uno, a más de 70 jóvenes atrapados en una pequeña isla. No se puede asimilar. En principio, es humano pensar en el tipo de castigo que se impondrá a Enders Behring Breivik, el nombre de la bestia. Y es un humano también pensar que nos lo podían haber ahorrado volándole la cabeza antes de detenerlo, como parece ahora que era la orden que tenía la policía en caso de no entregarse. Claro que con este pensamiento me pongo a su altura, pero ¿dónde me pongo para hacerle frente?

Es una obscenidad el dinero que se gastará en él. No hay suficiente dinero en Noruega para pagar la responsabilidad civil. Ni suficientes psicólogos para mitigar el dolor que ha causado a tanta gente. Puede que pensar en la existencia de un castigo divino ayude a los que tiene fe en algún dios a creer en la justicia. Sin embargo, es difícil creer en un dios que ha sido incapaz de hacer algo para detener esta locura.

pTRAGEDIA EN OSLO

nLa demencia del odio N

***Mario López

***Correo electrónico

m¿Quién puede matar a un niño? Un demente. ¿Hay mayor demencia que la producida por el odio ideológico? NO. En la capital del Nobel de la Paz, un demente poseído por el odio ideológico acabó con la vida de más de setenta personas, la mayoría de ellas adolescentes. La muerte es el destino natural del hombre. Lo que ya es menos natural es que se convierta en el juego favorito de algunos individuos. De un tiempo a esta parte, todo indica que la especie humana tiene los días conados.

pVANDALISMO

nAdoquines contra gatos N

***Marcos Sánchez Soria

***Badajoz

mUno no acaba de entender muy bien a la especie humana. Somos capaces de lo mejor, y escribir el Quijote o una sinfonía, y de lo peor, como ha ocurrido en Noruega. En Badajoz también hay salvajes. Afortunadamente no de la misma escala que el asesino de Oslo, pero por ese camino se va si, como dicen los medios de comunicaciones, hay gente en esta ciudad que levanta adoquines de la calle para tirárselos a los gatos de las islas del Guadiana. Con la lógica intención de matarlos. ¿Quién puede querer matar a un gato? Alguien que lleva el odio en el corazón. El odio también ha movido al asesino noruego.[,02]

Ante el desastre humanitario escalofriante que sufre Somalia, el cuerpo pide ayuda inmediata. Se produce como es habitual en estos casos un baile de peticiones, cifras y promesas interinstitucionales. La FAO ha solicitado 120 millones de dólares para hacer frente a la hambruna que sufre el país. Pero acompañemos el corazón con la razón. Veámoslo también a más largo plazo y como algo que se repite demasiadas veces sin mucho sentido. Más allá del no-Gobierno actual en esa tierra, Somalia tiene una deuda de 26,73 millones de euros con España. Esta deuda corresponde a dos créditos FAD atorgados en 1987 y 1989 bajo el régimen dictatorial de Mohamed Siad Barre en el momento en que Felipe González era presidente. Oficialmente el sector donde se destinaron dichos créditos es el de transporte terrestre. No obstante, el destino último de los mismos fue según una investigación del Observatorio de la Deuda en la Globalización para la venta de camiones y vehículos militares españoles a Somalia. Las empresas españolas que se beneficiaron de la operación en ambos casos fueron ENASA - PEGASO y FOCOEX, que en el momento de la concesión de las créditos eran 100% públicas. Se trata de una deuda diáfanamente ilegítima, de opresión, ya que estos créditos sirvieron para mantener o fortalecer al régimen dictatorial y represor de Somalia. Fue una cooperación española al desarrollo vuelta anticooperación.

¿Y ahora qué hacer? Más allá de la ayuda de emergencia que se pueda enviar a Somalia (el Gobierno ha prometido 25 millones de euros, algo menos de la deuda que le reclama a Somalia) es necesario que se cancele la deuda de Somalia con el España por ilegítima. El caso nos sirve como ejemplo de cómo el Gobierno -como muchos otros países del Norte- sigue manteniendo viva deuda ilegítima de países que claramente requieren la cancelación de su deuda para poder hacer frente a las necesidades básicas de su gente.

David Llistar **

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