"Ven, / yo te llevaré lejos / a las voces / de Extremadura", decía Paul Celan en su poema Shibboleth , evocando una tierra para él legendaria y de la que oyó hablar en 1936. En Cumbres de Extremadura , la mejor novela de José Herrera Petere , el escritor alcarreño convierte Castuera y la Bolsa de la Serena, única zona no dominada por los sublevados, en una especie de aldea de Astérix, desde la que Bohemundo y sus guerrilleros planean incursiones de sabotaje a la retaguardia fascista. Entre 1940 y 1942, extremeños emigrados y exiliados en Buenos Aires publicaron con sus modestísimos recursos el boletín Extremadura, que presentaba como su única divisa la "exaltación de los valores extremeños" desde la nostalgia del expatriado. Dos de los mejores novelistas actuales, Gonzalo Hidalgo Bayal y Eugenio Fuentes , evocan en los topónimos ficticios de Murania y Breda su peculiar visión de una Extremadura de realismo mágico.

Extremadura, una de las regiones con un pasado más rico de Europa, debe ser una tierra que crea en su futuro, con un proyecto claro que no se limite al ir tirando. Posibles bases del mismo sería ampliar aún más el tejido de la industria agroalimentaria, la ganadería y las energías renovables pero también el turismo, con últimos datos esperanzadores, para lo cual urge implantar un tren rápido con Madrid. Pero sobre todo, nuestra región padece un gravísimo problema de paro juvenil y de fuga de cerebros. Se impone una política que facilite la iniciativa, poniendo coto a una mentalidad ordenancista paralizadora y procediendo a una modernización de la administración. Mientras que otras autonomías han digitalizado todos sus procedimientos, aquí seguimos tirando del papel a espuertas. Facilitar la iniciativa, sin embargo, no significa subvencionar sino quitar trabas a las ideas y posibilitar la eficiencia. Tampoco significa dar un cheque en blanco a los empresaurios que explotan y subemplean a un personal joven más cualificado que ellos ("con los jóvenes hay que estar con un palo encima", oí decir una vez a un empresaurios engominado). Que pregunten, por ejemplo, a los empleados de Insa o Imedexsa si están satisfechos con sus condiciones de trabajo. Casi 4.000 jóvenes abandonaron Extremadura el año pasado. Esta no puede seguir siendo una tierra donde cuatro señorones hablan de sus cruceros mientras miles de licenciados marchan a Madrid o a Barcelona hartos de una precariedad sin perspectivas.