Uno no sabe cuándo empieza a imaginar. Seguramente muy pronto, antes incluso de que pueda expresar con palabras aquello que imagina. El lenguaje es una cualidad humana, pero probablemente la imaginación lo sea más aún. No hemos podido demostrar fehacientemente si algún otro ser vivo del planeta imagina, si proyecta hacia el futuro sus anhelos y sus miedos. Seguramente estamos solos tambiénen esto.

Yo, como cualquiera, tampoco sé cómo ni cuándo empecé a imaginar. Sí recuerdo que siendo muy niño, una tarde que estaba enfermo, como casi siempre, la sombra en la cortina descifró una imagen y esa imagen un barco y ese barco un mar y ese mar un viaje y ese viaje mi vida. Y así hasta hoy, que sigo siendo ese tipo que, cuando se acuesta, se vuelve hacia el lado de la cortina para que las sombras le hagan imaginar historias.

En el más de medio siglo que ha pasado desde aquella tarde he imaginado de todo. Amigos que no tuve, ciudades que jamás recorreré y dioses que me imaginaban a mí. Libros que no escribí, combates que no disputé y goles que no marqué. Una jarra de vino compartida con Quevedo y un café conversado con Onetti, cantar bajito un pasodoble de Juan Carlos Aragón con Juan Carlos Aragón y dar una pincelada en uno de los cuadros que vi pintar a Eugenio Chicano.

Cuando yo empezaba a imaginar, en aquellos días de las sombras y los barcos, me hablaban mucho del día de mañana. El día de mañana no era exactamente el inmediatamente posterior, era un espacio indeterminado y lejano como es indeterminada y lejana toda nuestra aproximación al tiempo. Sin embargo, me hacían ver que el día de mañana era más importante incluso que el día vigente, y yo hacía, o me hacían hacer, muchas cosas para el día de mañana, para que cuando llegara todo fuese prosperidad y armonía.

El día de mañana era el futuro y había que construirlo concienzudamente para que resultase perfecto. Nadie me avisó entonces de que el futuro era inalcanzable, que, como la raya del horizonte, se aleja a la misma velocidad a la que te acercas, hasta que un día de repente se para y es él el que te alcanza a ti y entonces ya todo es pasado y todo lo que una vez pudiste imaginar es solo olvido.

Y como nadie me avisó, yo he seguido imaginando todo este tiempo muchas cosas maravillosas y también algunas terribles que recordar no quiero. Y, sin embargo, nunca imaginé un día de mañana sin abrazos y de mascarillas anti besos. Jamás pensé que el día de mañana, que esta vez sí es mañana mismo, sería tan lejano.Y no hablo de tiempo, hablo de distancia.

*Escritor.