Han pasado tres años, siete meses y 20 días desde que un brutal ataque terrorista segó la vida de 191 personas e hirió a otras 1.800. El mayor atentado en la historia de Europa conmocionó el 11 de marzo del 2004 a una España que se disponía a votar tres días después. Según la mayoría de las interpretaciones ofrecidas a lo largo de este tiempo, el atentado cambió el rumbo político del país y abrió un agrio pulso entre los dos partidos mayoritarios sobre la autoría y las causas de la matanza. Un pulso que se mantuvo hasta que los testimonios del juicio aclararon de modo verosímil cómo se urdió y se perpetró el infame ataque indiscriminado.

Pero hoy miércoles, día en que la justicia dictará la sentencia, el primer recuerdo y el foco de atención tienen que ser para las víctimas. Cuando el juez Gómez Bermúdez lea el resumen del relato de hechos probados e imponga las penas a los culpables, habrá terminado un triste capítulo de la historia reciente de España pero también, en el plano humano, se habrá dado al menos un alivio a quienes sufrieron pérdidas irreparables.

Oscar Hernández, un hombre que en el atentado perdió a su esposa, de 25 años, hace una declaración estremecedora en nuestra edición de hoy: "Buscamos la justicia no como venganza, sino como bálsamo reparador. Cuando llega la justicia, ya no te quedas vacío".

Es exactamente eso lo que una sociedaddemocrática y solidaria debe promover hoy más allá de los enfrentamientos políticos, que vendrán, o de las escaramuzas periodísticas interpretando la sentencia. Porque en la medida en que se haga justicia, las víctimas descansarán más tranquilas.

El desarrollo del proceso que hoy termina con lalectura de la sentencia debe, por otra parte, ser valorado como un éxito de la justicia española. En un mundo sacudido por el terrorismo, que los todavía presuntos autores de un atentado como el de Madrid fueran rápidamente puestos en manos de los tribunales y sometidos a un juicio con todas las garantías es una demostración del excelente funcionamiento del Estado de derecho en este país.

Las sesiones del juicio oral se desarrollaron en la Casa de Campo de Madrid durante cuatro meses y medio con orden y, sobre todo, con exquisito respeto a los derechos de acusados y acusadores.

Es de esperar que hoy, cuando los tres jueces encargados de dictar sentencia expongan sus conclusiones y dicten las penas impuestas a los encausados, todos celebremos el triunfo de la justicia junto a quienes más necesitan esa victoria: las víctimas de ese imborrable día que figurará en los libros de Historia de España como uno de los peores a los que se han tenido que enfrentar los españoles.